" LEYENDAS DE ESPAÑA Y DEL MUNDO"

  Imagen de  Nici Keil  en  Pixabay Existió la creencia que sostenía que Batara Guru creó la tierra enviando un puñado de polvo a su hija que había saltado del cielo hacia un inmenso océano, se convirtió rápidamente en una enorme isla, para gran malestar de la serpiente marina Naga Padoha.  La serpiente marina arqueó su inmensa espalda para que la isla se alejara flotando de su hogar. Por eso Batara Guru envió más polvo y un héroe que colocó un bloque de hierro en el lomo de la serpiente marina.  Al reparar en el gran peso que la sujetaba, Naga Padoha se retorció y giró enérgicamente, pero fracasó.  No pudo liberarse ni mover la isla.  Sin embargo, sus movimientos provocaron la formación de montes y valles.  Este es el origen de la creencia, de que los terremotos son la consecuencia de los intentos que hizo Naga Padoha para desafiar a Batara Guru. Después de la creación de las islas del gran archipiélago del sureste asiático, Batara Guru hizo los animales y las plantas.  S

Imagen de  xuuxuu  en  Pixabay En las orillas del lago de Constanza se dice que los primeros que llevaron la religión cristiana hasta allí fueron San Columbano y San Galo. Por eso el primero es el Patrón de Rocshars, y el segundo de Sankt. Se cuenta que una noche en que San Galo tendía sus redes (que él mismo tejía) a orillas del lago, oyó la voz de un demonio que salía de la espesura de un bosque cercano. Con tono agudo y chirriante llamó por su nombre a otro espíritu que estaba en lo profundo del lago. Esta último, que se acercaba, contestó también con potente voz: -¡Aquí estoy! De nuevo el Santo oyó la voz del primero, que gritó, como un lamento, con tono agudo y chirriante, llamó por su nombre a otro espíritu que estaba en lo profundo del lago. Éste último, que se acercaba, contestó también con potente voz: -¡Aquí estoy! De nuevo el santo oyó la voz del primero, que gritó como un lamento: -¡Ven pronto en mi ayuda, oh espíritu hermano, y lucha conmigo co

Imagen de  Tuna Ölger  en  Pixabay El minero Maula llevaba más de treinta años rodando por todo el país. Sus manos estaban ya endurecidas por toda clase de trabajos, y sus labios, cansados de besar labios y vasos, se contraían con frecuencia en una mueca de hastío. No había conocido el miedo, pero tampoco el amor. En este estado de cansancio y quiebra de la juventud se encontraba cuando llegó rodando por tierras de Colchagua. Él, no sospechaba que allí iba a cambiar completamente de vida. Conoció a Juanita Miranda, una joven que había pasado ya de los primeros verdores a una llena y sosegada belleza, y empezó a pensar en iuna vida más descansada. Hasta entonces, no había tenido nada propio, porque lo poco que había tenido en seguida lo había tirado. Nunca había sentido el menor aprecio al dinero. Entonces, en cambio, deseaba tener casa, esposa, hijos y hacienda propios. Unas tardes de charla en el verde y ancho potrero, bastaron para que la vida suelta del minero que

Imagen de  Janet Gooch  en  Pixabay Andaban dos Mulos, anda que andarás. Iba el uno cargado de avena; llevaba el otro la caja del recaudo. Envanecido este de tan preciosa carga, por nada del mundo quería que le aliviasen de ella. Caminaba con paso firme haciendo sonar los cascabeles. En esto, se presenta el enemigo, y como lo que buscaba era el dinero, un pelotón se echó sobre el Mulo, lo cogió del freno y lo detuvo. El animal, al defenderse, fue acribillado, y el pobre gemía y suspiraba: -¿Esto es, -exclamó- lo que me prometieron? El Mulo que me sigue escapa al peligro: ¡yo caigo en él, y en él perezco! -Amigo -le dijo el otro- no siempre es una ganga tener un buen empleo; si hubieras servido, como yo, a un molinero patán, no te verías tan apurado.

Imagen de  Bronisław Dróżka  en  Pixabay Cierto rey de Egipto tuvo una vez la humorada de hacer que enseñasen a bailar a unas monas, y como es el animal que más se asemeja en su figura y movimientos al hombre, llegaron a aprender perfectamente, y las pusieron a bailar vestidas con ricos trajes de púrpura. Así estuvieron bailando bastante tiempo, divirtiendo a los espectadores, cuando un chistoso que había entre ellos, les echó unas nueces que llevaba ocultas. Cuando las monas vieron las nueces, olvidando el baile, se volvieron de bailarinas a monas como eran antes, y pegándose unas a otras y rasgándose los vestidos luchaban por pillar las nueces con gran risa de los espectadores. Esta fábula nos muestra que los vanos adornos de la fortuna no cambian el carácter de las personas.

  Imagen de  Ingo Jakubke  en  Pixabay Hace más de cien años un mozo de Rothenhof fue empleado como pastor. Él aceptó esta ocupación porque era amigo de la vida solitaria y sin demasiado trabajo de los pastores. Un día, y por primera vez, le encomendaron un rebaño que debía llevar a pacer, y se fue a un bosque cercano. El bosque era muy espeso; los pinos, los abetos y las hayas se amontonaban apretadamente, subiendo y bajando por las laderas de unos montes. En él reinaba un gran silencio, sólo roto por los chillidos de los pájaros y por el ruido manso de los arroyos. El pastor dejó el ganado, que pacía, y se dispuso a buscar un sitio en donde sentarse tranquilamente. Antes quiso llenar su barrilito de agua y buscó por los alrededores si había un pozo. Pronto divisó uno, pero con gran sorpresa vio que en su borde se encontraba sentada una joven vestida de blanco que le hacía insistentes señas de que se acercase. El mozo, asustado, volvió hacia donde estaban los demás pastores, los

El barón Artal de Mur y Puymorca estaba constantemente nervioso y taciturno.  Su primogénito había partido a la guerra con Pedro de Aragón, en su lucha contra el de Monfort. Para calmar un poco sus nervios, salía muy a menudo de caza.  Un día salió al amanecer, completamente solo, sin monteros, escuderos ni sirvientes. Se alejó mucho de sus posesiones, que estaban cerca de Ainsa, y en toda la mañana no pudo encontrar ni una sola pieza. Comió, a la sombra de un árbol, las escasas provisiones que llevaba, y se tumbó después a descansar un rato. De pronto le despertó un leve ruido, y vio junto a un arroyo, muy cerca de él, una hermosa jabalina.  En un acto instintivo cogió una venablo y se levantó rápidamente.  La jabalina echo a correr y él, detrás. La jabalina en su carrera, saltó el arroyo, engrosado por las Tres Sorores.  El barón de Artal hizo, con troncos de un árbol, una especie de puente y atravesó el arroyo.  La jabalina seguía corriendo y el barón detrás, h