" LEYENDAS DE ESPAÑA Y DEL MUNDO"

Tlazolteotl era la diosa mexicana del amor, de la hermosura y de los placeres; su inmenso poder se extendía sobre todos los hombres, a los que podía incitar al pecado de la lujuria, aunque también tenía la facultad de perdonarlos mediante la confusión de ellos con sus sacerdotes.   Habitaba en unos maravillosos vergeles de espesas frondas y arrulladoras fuentes, que cubrían de verdor extensas praderas tapizadas de variadas y extrañas flores de mil colores y deliciosos aromas, que embriagaban todos los sentidos e inspiraban en los humanos con su perfume devastadoras pasiones.  Estaba emplazado este misterioso jardín por encima de las nubes y de los vientos en la región etérea del noveno cielo.  La entrada a este paraíso estaba terminantemente prohibida a todo varón, fuese dios u hombre, que no podía hallar con su pie la celestial mansión de la diosa. Imagen de  JCarlosArzaluz  en  Pixabay   Ella se entretenía allí en coger flores peregrinas, haciendo llegar su aroma hasta los hombres, a

En el hermoso país mexicano de Tulla gobernaba pacíficamente, como único soberano, Quetzalcoatl.  Este dios tolteca, adorado por todos los habitantes, procedía de una comarca misteriosa, donde se forman las tempestades y las nubes, situada en el Oriente y que se llamaba Tiapallan. Quetzalcoatl no se acordaba para nada de ella y vivía dichoso en Tulla, rodeado del amor de sus súbditos sin pensar jamás en abandonar aquel delicioso país.   Un día trágico para él, descendió del cielo, deslizándose por un hilo de araña, un misterioso personaje llamado Tezcatlipoca, con ánimo de destronar a aquel soberano y reinar él en el país.  Pensando  que por medio de algún hechizo podía deshacerse del monarca, se transformó en un viejo hechicero, presentándose ante el rey para venderle el licor de la inmortalidad. El soberano quiso tomarlo inmediatamente y, ofreciéndoselo en una copa, apuró en el acto todo su contenido.  Al momento quedó como loco; se apoderó de él una terrible obsesión de volver a su

Imagen de  Here and now, unfortunately, ends my journey on Pixabay  en  Pixabay   Cuatro dioses crearon el mundo en los cuatro puntos cardinales sagrados ¿o fueron cinco soles?  No es sólo una historia de creación, sino también de destrucción.  Los aztecas creían que el mundo había sido creado y destruido en cuatro ocasiones y que en cada una de ellas había gobernado una deidad en correspondencia con su elemento. Tezcatlipoca.  EL SOL DE LA TIERRA    El primer Sol era conocido como Sol de la Tierra y su creador y soberano era Tezcatlipoca.  Ésta era la habitaron gigantes muy poderosos, pero al hermano de Tezcatlipoca, Quetzalcóatl, no le complacían los gigantes y envió jaguares para que aniquilaran tanto a ellos como a la propia tierra.   Quetzalcóalt.  EL SOL DEL AIRE              Destruido el Primer Sol y con Tezcatlipoca de vuelta en el cielo y convertido en la constelación de la Osa Mayor, Quetzalcóalt volvió a crear el mundo, a

Imagen de  Manu Carrillo  en  Pixabay   Reinaba el rey Xoebitum en la hermosa tierra de Mayapán.  Era en el mes de Tzoz cuando alegres fiestas animaban el país.  A ellas afluían gentes de toda índole que las realzaban con la exhibición de sus habilidades; solían concluir con el Cilih miatz (inspiración sagrada): el hoolpop (conjunto de baldzames(verdaderos vates)) exponía sus narraciones de gran belleza y profundo sentido. Un baldzam que había llegado inesperadamente se adelantó a todos y con clara voz refirió: "Yelmal (esencia) era linda y graciosa; el consuelo de la aldea, el amparo de los pobres.  Su padre había dado la vida por el rey, y Yelmal vivía humildemente con su madre. Noimail (obstinación) se enamoró de ella.  un día la contemplaba tímidamente.  La dulce Yelmal atendía a los desgraciados que encontraba.  Se acercó a ella el joven, y apoyándose en un viejo roble, le declaró su amor: -Quiéreme -le dijo- yo seré tu apoyo.  Yo haré que nunca te falte cuanto necesit

Imagen de  mnuschke  en  Pixabay Aguilar era un hombre extraordinario.  Acometió las más difíciles empresas con éxito invariable.  Todo Chumax pudo admirarle mil veces en las fiestas populares, en que se domaban toros y potros salvajes; una simple palmada le bastaba para amansar al más fiero ejemplar.  No es, por lo tanto, de extrañar el que en toda la región se le tuviera por brujo; había no poco misterio en la vida de aquel hombre fuerte, bueno, cordial, si...pero extraño.  Y he aquí cómo tales sospechas no eran infundadas. Desde muy joven, Aguilar tuvo que trabajar  para vivir.  Su oficio no era muy envidiable: pastor de ganado  La verdad es que, a pesar de su afanoso interés, no demostraba excesivas aptitudes, lo que le valió más de una y más de dos palizas del capataz.  El pobre muchacho sofocaba su rabia y volvía a la tarea: luchaba con las indisciplinadas reses o "discutía" con un burro viejo, no muy inteligente, que le ayudaba a sacar el lagua de la noria para ll

https://pixabay.com/es/?utm_source=link-attribution&utm_medium=referral&utm_campaign=image&utm_content=5657301 Los aztecas que gobernaban México en los siglos XIV y XV, temían que en el caso de no tener una reserva suficiente de sangre, los dioses no pudieran sustentar el orden de la creación. Libraron guerras con el fin de conseguir víctimas para los sacrificios. Una de sus variantes predilectas del sacrificio humano era el despellejamiento. El sacerdote del dios a quien se hacia la ofrenda incluso vestía la piel de la víctima. Este vinculo del dolor con el poder espiritual explica la razón por la cual los aztecas adoraban a Xipe Totec, el "señor desollado", como ejemplo de tortura de la penitencia y símbolo de abnegación y la liberación espiritual (imitando la tortura que se infligía el dios, los aztecas laceraron sus cuerpos con espinas de cactus y puntas de cañas afiladas) Por su indiferencia ante el sufrimiento, se responsabiliza al dios Xipe T

A Tlaloc se le representa como un negro con dientes semejantes a colmillos, ojeras y, a menudo, con un pergamino asomando de su boca. Las víctimas de sus enfermedades podían entrar en su reino (Halocan: el paraíso terrenal), donde nunca más volvían a experimentar la menor necesidad. Chalchiuhtlicue (la dama esmeralda), esposa de Tlaloc, dio a luz a una hueste de deidades de la lluvia llamadas tlalocs. Se decía que casi en cada colina vivía un Tlaloc y todos los años se sacrificaban numerosos niños en honor tanto de esos dioses menores como del propio Tlaloc. En Tenochititlan, capital-isla de los aztecas, los sacerdotes preparaban las celebraciones de Tlaloc comprando a sus madres niños pequeños para el sacrificio. Si las madres lloraban durante la matanza ritual, los adoradores se regocijaban por la segura llegada de las lluvias (eso creían). Lo mismo que en otros ritos aztecas, la carne de las víctimas eran comida por los sacerdotes y los nobles, incluido el monarca. La ll