" LEYENDAS DE ESPAÑA Y DEL MUNDO"

Imagen de  Willgard Krause  en  Pixabay   El diablo había establecido su cátedra en el infierno; en ella explicaba su ciencia mágica a varios discípulos, entre los que acudían don Juan de Atarrabio y el fraile de Bera.  Durante cierto tiempo les estuvo enseñando gratuitamente, y cuando ya llegaron a estar instruidos, Cherren les pidió en pago de sus doctrinas que uno de ellos se quedase en el infierno.  Para cumplir este deseo deberían ponerse de acuerdo y decidir quién era el que iba a quedarse.  No salió ningún voluntario para vivir en el infierno, y todos alegaban la necesidad de volver a la tierra, donde los esperaban.  Terminadas las clases, el diablo volvió a exigir que uno de ellos se quedase.  Pero, haciéndose los distraídos, iban saliendo en fila del infierno, por una estrecha puerta, y el diablo les preguntaba uno a uno: -¿Te quedas tú?-  Todos le contestaban -Coge al que viene detrás de mí Salió el último Atarrabio, y al sentirse cogido por el diablo, le di

Imagen de  Marcello Migliosi  en  Pixabay   En el pueblo de Arratia, en el barrio de Lamindano, habitaba un matrimonio, honrado y  trabajador.   Tenían dos hijos pequeños: un niño y una niña.  El padre trabajaba mañana y tarde,  para llevar a su  casa lo necesario para el sustento de su familia.  La mujer era muy hacendosa,  afanándose para  que no les faltara de nada a los suyos; a ratos hilaba, y cocía en casa el pan para  toda la semana. Estaba un día amasando el pan para meterlo a cocer en el horno, cuando dejó a la niña sola en el portal, con algunos juguetes, para que se entretuviese y no la estorbara en sus faenas.  La niña, que estaba muy acostumbrada a estar con su madre, no dejaba de llorar, llamándola a gritos.   La  mujer chillaba y le regañaba a gritos para que callase, sin conseguir nada.  Desesperada exclamó: "¿No habrá una plaga que te lleve por ahí?". Pasó un rato sin volver a oír a la niña.  Pensando que estaría entretenida jugando, termin

Imagen de  Christine Engelhardt  en  Pixabay   Cerca del balneario de Fitero, en Navarra, se alza una escarpada roca, cortada a pico sobre un profundo barranco, por cuyo fondo corren las aguas del río Alhama, abriéndose paso entre aquellas abruptas montañas. En lo más alto, dominando el valle, se encuentran las minas de un antiguo castillo árabe, que edificaron sobre la roca viva.  Antaño se erguía orgulloso, desafiando con su poderío a los cuatro vientos.  Estaba rodeado de espesas murallas almenadas y su profundo foso, constituía una fortaleza inexpugnable. A la orilla del río, y oculta por los espesos matorrales, hay una oquedad practicada en la roca, que es la entrada de una profunda y oscura cueva,  tiene comunicación subterránea con el castillo.  Todos los habitantes conocen su historia, que es la siguiente. En tiempo de la dominación árabe en España, los cristianos hacían frecuentes incursiones contra los moros, y llegaban en ellas muy cerca del castillo.