ISTAR Y LOS SIETE VELOS #leyendas #mesopotamia #indefension #inframundo #amor #sacrificio #invierno

Imagen de Shima Abedinzade en Pixabay Cuando Tamuz murió (el esposo de Istar), Istar siguió su cadáver hasta el inframundo, el reino de su rival, Ereshkigal, un lugar lúgubre donde los muertos se alimentaban de polvo, vestían plumas y aguardaban como siervos a la entrada. Unos muros macizos protegían ese inframundo de varias esferas, una dentro de otra, con portones sellados y guardias monstruosos. Istar no sólo tuvo que nombrar cada parte del portón y a quienes los guardaban, también tuvo que pagar para cruzar esos umbrales dimensionales. Una a una, se despojó de sus joyas y ornamentos como pago. Cuando Istar cruzo al fin las siete puertas y llegó al trono de Ereshkigal, estaba desnuda e indefensa, y sólo logró entrever a su amado esposo antes de ser asesinada. Su desaparición sublevó a la tierra. Nada crecía del suelo y ningún útero podía concebir. Istar, pese a estar locamente enamorada, no era ninguna necia. Había dejado dispuestos a sus fiele...