" LEYENDAS DE ESPAÑA Y DEL MUNDO"

Imagen de  Kiril Dobrev  en  Pixabay Según la mitología galla, los primeros hombres no estaban destinados a morir. La inmortalidad dependía de recibir instrucciones del cielo. Estas instrucciones se encomendaron al pájaro mensajero Holawaka, que debía decir al ser humano: "Serás inmortal, y cuando seas viejo y débil bastará con que mudes tus pieles para volver a ser joven". Camino a su encuentro con los primeros hombres, Holawaka se encontró con una serpiente que comía un animal muerto. Holawaka miró con ansia la comida de la serpiente y se ofreció a decirle el mensaje a cambio de que le permitiera compartir el cadáver. Al principio la propuesta no interesó a la serpiente, pero el pájaro insistió y finalmente aceptó. Entonces Holawaka dijo: "Cuando los hombres envejezcan morirán, pero cuando tú envejezcas mudarás la piel y recobrarás la juventud". Los poderes del cielo se enfadaron tanto con esa traición a la humanidad que Holawaka sufrió terribles enfermed

Hansuan_Fabregas Imana coexiste con el poder de la muerte. Perpetúa el ciclo de la vida, sostiene la fertilidad y controla a los espíritus malévolos de los muertos, al tiempo que la muerte recorre la tierra y se lleva las almas de las gentes. El origen de la muerte se relata en el cuento de la persecución. En el principio, Imana cazaba a la muerte, que aparentemente era un animal salvaje. El dios ordenó a los humanos que permanecieran en sus casas, para que la peligrosa presa no encontrara donde ocultarse. Una anciana ignoró sus instrucciones y salió al huerto, donde la muerte la convenció de que le permitiera ocultarse bajo sus faldas.  Imana se disgustó tanto por la desobediencia de la anciana que permitió que la muerte permaneciera en la tierra.

El creador, Sno-Nyosa, envió a sus cuatro hijos a visitar la tierra, pero cuando les pidió que regresaran, se negaron a obedecer, pues preferían quedarse. La tierra también quería que se quedaran; sin embargo, la poderosa magia mortal de Sno-Nyosa los fue llamando uno a uno. Dicen que antes de que el creador riñera con la tierra por el regreso de sus hijos no existía la muerte.

Imagen de  David Mark  en  Pixabay El ser supremo Ruanga, descendió de los cielos para gobernar la tierra. Tuvo tres hijos, Kakama, Kahima y Kairu. Para ponerlos a prueba, Tuhanga les dio una lechera a cada uno de ellos que no podían tocar en toda la noche. Kakama derramó parte de su leche, pero los otros hermanos la llenaron con parte de la suya. Más tarde, Kairu se durmió, volcó el recipiente y perdió toda la leche. Por la mañana, Ruhanga llamó a los hermanos para decidir el resultado. Ruhanga decretó que Kairu debía de ser el sirviente de sus hermanos, Kahima el pastor de Kakama y que éste sería el heredero de Ruhanga. Así se crearon las principales divisiones del pueblo de la región de Ankole, cuyas genealogías establecieron los exploradores británicos y los administradores coloniales cuanto entraron en contacto con los banyankole a finales del siglo XX.

Imagen de  stefaniazin  en  Pixabay Para el pueblo luba de la República Democrática del Congo, hay otra sociedad en la que la monarquía tiene orígenes divinos, el fundador del reino fue Kalala Ilunga. Kalala Ilunga nació en la corte del rey del arco iris, Nkongolo. Su madre era la hermana de Nkongolo, quien educó a Kalala Ilunga como su propio hijo después de expulsar a su padre. Kalala Ilunga se convirtió en un buen corredor y bailarín y se hizo tan popular que Nkongolo se puso celoso y decidió asesinarlo. Kalala Ilunga lo oyó, huyó del reino cruzando el río Lualaba y encontró a su verdadero padre, quien le proporcionó un ejército para destruir a Nkongolo. El espíritu de Nkongolo es la serpiente, que a menudo se representa entrelazada con el arco iris.

Imagen de  Rafael Moura Sb.  en  Pixabay   Una leyenda dice que el tabaco tuvo su origen en las estrellas. Un día apareció en el cielo un cometa.  Curioso, miró a la tierra y se enamoró de una mujer. Una noche en que la mujer estaba sola en la casa, el cometa bajó del cielo y le declaró su amor.  Antes de que amaneciera, volvió a subir a las estrellas, y nadie en la aldea supo de su aventura. Por la mañana, la vida siguió, como siempre, su curso normal; pero al anochecer, el marido, advertido por su mujer, se apostó fuera, escondido entre unas zarzas, a la puerta de la casa. Esperó. Cerró la noche.  El cometa, brillante y airoso, bajó a la tierra, como la noche anterior; pero cuando llegaba a la puerta de la casa, el hombre escondido en las zarzas, le disparó una flecha y lo mató La sangre del cometa muerto inundó la tierra del umbral.  El hombre y la mujer lo enterraron y la noche volvió a quedar en silencio, sin su estrella. Pasó algún tiempo, y un día, al anochecer, las gentes viero

Imagen de  ianknabel66  en  Pixabay   Los espíritus  déma  son el clan de antepasados de la tribu marind-anim que habitan el oeste de Nueva Guinea. Su mundo invisible es, en muchos sentidos, más importantes para ellos que el mundo visible en el que vivimos. Al principio solo había dos  déma Nubog, la tierra hembra, y Dinadin el cielo macho. Tuvieron dos hijos a los que llamaron Geb y Sami. Cuando el pueblo se rebelaba contra Geb, él los seguía sustentando EL CASTIGO DE GEB Geb vivía en un hormiguero del que salía un calor insoportable. No podía encontrar esposa, por lo que tenía que tener relaciones con una caña de bambú, que de todas formas le dio varios hijos. Geb también raptaba niños humanos, sobre todo de piel rojiza, y se los llevaba a su guarida, donde les arrancaba la cabeza. El pueblo decidió hacer algo con él. Los hombres no se atrevían a acercarse al hormiguero, pero las mujeres insistieron, y llevaron agua para aplacar el calor. Cuando la vertieron, Geb

Imagen de  Joost Kuipers  en  Pixabay   Una mujer bilibili había dado a luz dos gemelos; eran una niña y un cocodrilo macho.  Cuando la madre vio al cocodrilo se disgustó y dio orden de que lo echaran de la casa.  El cocodrilo era pequeño y no podía ir muy lejos: se refugió junto a la casa, y allí se quedó, viviendo de hormigas y arena. Al principio las gentes de la aldea se asombraron de que aquel animal viviese y creciese sin tener siquiera raíces de ignamo con que alimentarse; pero acabaron por acostumbrarse a su presencia y dejaron de ocuparse de él.  Pasó el tiempo. Un día cuando el padre y la madre se habían ido a trabajar al campo, el cocodrilo salió de su escondrijo y subió a la casa; con su andar lento y pesado, buscó en ella a la niña, la mató y se volvió a su refugio para devorarla.  Cuando los padres entraron en casa, al anochecer, buscaron en vano a su hija, llamándola y llorando, desesperados: nadie se explicó cómo había desaparecido. Desde aquel día el cocodrilo

Wele (el elevado) primero creó el cielo y lo sujetó con columnas. Luego hizo dos hermanos, el sol y la luna, que supuestamente le ayudarían en la creación del resto del universo. Casi en el acto los dos cuerpos luminosos se enzarzaron en una discusión. El hermano luna apartó al sol del cielo, en venganza, el sol lanzó al hermano luna a la tierra y lo cubrió de barro para ocultar su brillo. Para acabar con la disputa, Wele decidió que los dos hermanos nunca mas aparecerían juntos en el cielo. Desde entonces el sol brilla durante el día y la luna por la noche. Después Wele creó las nubes, el rayo, las estrellas, la lluvia, el arco iris, el granizo y el aire. También creó la tierra así como el primer hombre, llamado Mwambu, y a la primera mujer Sela. Entonces Wele añadió las plantas y los animales. Según los abalubya, el sol muestra interés por su bienestar en virtud de la belleza de una doncella Abaluhya. La muchacha se negó tenazmente a contraer matrimonio con cualquiera de

Pese a su ancianidad, los zulúes siempre consideraron a Unkulunkulu una deidad activa. Igual que los ejércitos zulúes del pasado, el dios del cielo nunca toleró la menor oposición. Era uGuqubadele (el irresistible), uGobungquongqo (el que derriba reyes) y uMabonga-kutuk-iziz-we-zonke (el que ruge tanto que todas las naciones tiemblan de terror). De todas maneras, se tenía al dios por la negligencia que sustenta el universo y es su espíritu guía. Según el mito zulú de la creación, Unkulunkulu evolucionó solo en el vacío y, una vez que tuvo ser, creó con hierbas a los primeros hombres. Aunque se sostiene que sus caminos son misteriosos y desconocidos, los zulúes saben a ciencia cierta en qué momentos interviene en la tierra. Por ejemplo, dicen que cuando el rayo alcanza al ganado se debe a que el dios del cielo mata animales para llenar su despensa. Los zulúes explican la llegada de la muerte con el mito del mensajero. El relato hace a Unkulunkulu indirectamente responsable d

                        MASAI                   Le-eyo era el responsable de proclamar, cuando un niño moría, que se marchara para  luego volver y, además, también le encargaron la tarea de decirle a la luna que debía  irse y no regresar. El pobre Le-eyo, profundamente afectado por la muerte de su propio hijo y ofuscado  por el dolor, le dijo al niño que se marchara y no volviera, e informó a la luna que  debía marcharse para regresar más tarde.  Según el pueblo masai, a causa de esta confusión, la luna ha conservado desde entonces un ciclo continuo de elevación y  puesta, en el que crece y decrece.

Dios del cielo y deidad creadora de los  mende  de Sierra Leona (África Occidental). Ngewo está considerado el origen de todas las cosas, reflejado en este dicho  mende :  "Esto es lo que dios nos trajo hace mucho tiempo". Ngewo ya no participa directamente en los asuntos terrenales y se ha convertido en Leve (el elevado).  Se considera que está presente en los fenómenos naturales, la lluvia, las nubes, los vientos, las plantas y los animales se comportan según los deseos del dios. Los  mende  creen que los espíritus (los genios y las almas de los antepasados difuntos) tienen contacto directo con Ngewo.  Consideran muy importante apaciguar a los espíritus, así como a Ngewo, y creen  que la mala suerte o la enfermedad se deben a su falta de cuidado hacia un espíritu ancestral. A veces, los genios (que adoptan la forma de bellas mujeres de piel clara y tersa o de hombres blancos y con barba) actúan por despecho e intent

Dios supremo de los Banyoro de Uganda.  Ruhanga siempre fue considerado un padre, al que le gusta  sustentar a sus fieles con buenas cosechas, ganado abundante y una buena cantidad de hijos.  Pero  también preside las enfermedades, los males y la muerte.  La parte desagradable de la existencia es  aceptado por los Banyoro como el precio ineludible que han de pagar por la desobediencia original. En otro tiempo, los muertos retornaban a la vida, si bien la resurrección estaba negada a los animales. Para que las personas renacieran bastaba con que expresaran alegría durante la vida.  Pero un día una  mujer se negó a ponerse sus mejores galas y a recibir a los recién resucitados porque su perro acababa de morir.  "¿Por qué tengo que ir si mi perro acaba de partir?", preguntó.  Ruhanga la oyó y replicó: "De modo que a las personas no les preocupa qué les sucede a los muertos.  ¡En ese caso no volverán a levantarse!"

Dios supremo de los fon de Dahoomey, en África occidental.  En su origen pudo pertenecer a un enemigo al que los belicosos Fon vencieron. Los Fon siempre consideraron como dios creador a Mau-Lisa, aunque aún recuerdan una deidad más antigua llamada Nana Buluka.  Dicen, que al principio del mundo actual Mau-Lisa creó los dioses del cielo y los de la tierra.  También se atribuye al dios creador el haber moldeado el universo a partir de material que ya existía. Mau-Lisa utilizó a su hijo, el dios herrero Gu, como instrumento divino para el proceso de la creación. Se imagina a Gu como un mango de piedra del que sobresale una hoja afilada y se cree que modeló a la humanidad a partir de los excrementos divinos. Se le considera como deidad femenina (Mau) y como masculina (Lisa), sosteniéndose que la unión eterna de estos mellizos no separados es la base del orden universal.  Para mantener el universo Mau-Lisa cuenta con la colaboración de Da, la serpiente cósmica.  Es Da qui

Imagen de  Adeboro Odunlami  en  Pixabay   Olorun habita el cielo mientras la tierra sigue demasiado húmeda para ser habitada por los humanos.    Junto a Olorun en su reino celestial se encontraban otras divinidades menores que a veces descendían a la tierra para jugar.    Olorun decidió crear tierra seca y le encomendó la tarea a Orishanla, el jefe de los Orisha, quien descendió a la tierra húmeda con una concha de caracol que contenía un poco de tierra seca, una paloma y una gallina.    Vació la tierra en una zona llana y pantanosa y pronto la gallina y la paloma la esparcieron por todas partes y crearon una zona de tierra seca.    Luego, enviaron un camaleón para que la probara, y a su regreso anunció que no estaba completamente seca.    Tras la segunda visita, el camaleón dio el visto bueno. Esta creación requería varios días, y al quinto se adoraba a Orishanla, como ha ocurrido desde entonces en el calendario yoruba. Olorun envió a Orishanla a crear las selvas y ti

Imagen de  Herbert Bieser  en  Pixabay   Los bosquimanos afirman que el veloz antílope es el único que está enterado del lugar exacto donde vive Kaang. Ellos sólo saben que su morada se encuentra en el cielo y cuando hay temporal dicen que Kaang está limpiando la casa. Kaang es una deidad invisible y se afirma que su poder y su fuerza residen en un diente. Consideran que ejercita su voluntad en todos los fenómenos naturales, aunque se manifiesta especialmente en los movimientos de la mantis religiosa y de la oruga. Kaang creó el mundo y la humanidad. Al principio las relaciones entre el dios y los humanos eran estrechas y amistosas. Una de las hijas de Kaang llegó a casarse con un hombre. Sin embargo, la amistad no duró mucho porque los primeros hombres le faltaron el respeto al dios. Por eso Kaang envió la destrucción y la muerte a la tierra y trasladó su hogar a lo más alto del cielo. Ni siquiera entonces abandonó por completo a la humanidad, ya que en la tierra dejó a dos