EL CABALLERO DE OLMEDO #amor #asesinato #premonicion #Leyenda #España #valladolid

En Medina del Campo se oye un refrán que dice:

De noche le mataron

al caballero;

la gala de Medina

la flor de Olmedo.

Dice la leyenda, que tiene su origen en el hecho de que hubo en Olmedo un cabalero apuesto y galán como pocos, valiente y audaz en todos los juegos de armas y en especialmente arriesgado en los toros.

Amaba esta caballero y era correspondido.  Ella era una dama de Medina, a la que por su belleza llamaban todos la "Dama del Alba", ya que aseguraban que cuando aparecía, se veía alrededor de ella un resplandor como el amanecer.

En las fiestas de Medina se organizaron justas y torneos y una fiesta de toros en la plaza, en la que tomaron parte los más nobles y arrogantes caballeros.

Acudió también el de Olmedo.  En la tribuna principal estaba su amada, la "Dama del Alba", quien al aparecer en la liza don Alonso, que así se llamaba el de Olmedo, le lanzó una rosa roja, que éste prendió en el broche que cerraba su rico vestido.

Alonso se lució y triunfó en todos los juegos en que participó, especialmente, como de costumbre, en el de los toros.

Terminada la fiesta, saludó  su dama, que le despidió lanzándole un beso con la punta de sus delicados dedos, y Alonso se encaminó para Olmedo a dar cuenta a sus padres del resultado de la fiesta.  Éstos, que no tenían otro hijo, le esperaban con ansia cada vez que salí para tomar parte en esos juegos tan peligrosos.

Anochecía ya cuando emprendió el camino, y el caballero estuvo tentado de quedarse en Medina para pasar la noche, pero pensando en la preocupación de sus padres, espoleó a su caballo y se dirigió resuelto hacia su casa.

Absorto estaba en el recuerdo de su amada, cuando vio venir hacia él, por el mismo camino, un caballero en todo parecido a él y con un vestido exacto al suyo.

Sorprendido, le preguntó Alonso de Olmedo quién era y de dónde venía.  Le contestó su doble con voz lúgubre que era el caballero Alonso de Olmedo, a quien unos desalmados acababan de asesinar en aquella cuesta, señalando una pendiente cercana por la que debía de pasar el caballero para llegar a su casa.

Se alejó el desconocido, a quien se hubiera podido confundir por la propia sombra de Alonso de Olmedo, y el caballero se quedó un momento pensativo sin saber qué hacer.

Un extraño presentimiento  ser apoderó de su ánimo, y tentado estuvo de volverse y encaminarse de nuevo a Medina.  Otra vez el recuerdo de sus padres, preocupados sin duda por su ausencia, le impulsó a continuar su camino

No habría andado veinte pasos, cuando oyó una voz de mujer, clara y fresca que cantaba esta copla:

De noche le mataron

al caballero;

la gala de Medina,

la flor de Olmedo.

Le pareció que la voz salía de unos matorrales cercanos, y trató de ver quien era el que había cantado.  Dio la vuelta a las matas, y no pudo ver a nadie.  Miró por todos aquellos alrededores; no vio ni un alma.

Espoleó a su caballo, y a todo galope se dirigió hasta la cuestecilla que su sombra le señalara como el lugar donde había sido asesinado.

Jamás se supo qué había pasado exactamente.  Al día siguiente, al amanecer, unos pastores le encontraron agonizante, con un cuchillo clavado en el pecho.  No pudo decir mas que al llegar a la cuesta unos caballeros se echaron encima de él, y le acuchillaron.  Allí, en aquella cuesta, murió Alonso de Olmedo.