EL LEÓN Y SU HIJO #esopo #fabulas
Viendo un león que lo perseguían mucho en el sitio que habitaba, se fue a vivir a otra parte. Después de mucho tiempo de estar allí, un hijo pequeño que tenía le preguntó si eran naturales de aquel país.
-No, -le respondió el padre-, somos de otro lugar, y solo vinimos a esta tierra por huir de los que nos perseguían.
-¿Y quiénes eran los que nos perseguían? -preguntó el leoncillo.
-Los hombres, -le respondió el padre-, que aunque no tan fuertes como nosotros, son muy temibles por su destreza.
-Pues yo iré a encontrarlos, -dijo el leoncillo- y vengaré nuestras injurias.
El león rogó a su hijo que de ninguna manera fuese, pues temía que cayera en algún lazo, pero él no hizo ningún caso de lo que le decía su padre y se fue a buscar a los hombres. En el camino halló un caballo muy maltratado y miserable, que pacía en un prado, y le preguntó:
-¿Quién te ha maltratado y te ha puesto de esta manera?
-Un hombre -respondió el caballo-, que monta todos los días sobre mí, me hace andar y correr más de lo que puedo y me rompe las costillas a palos.
-Te prometo que he de vengar tu injuria -le dijo el leoncillo.
Caminando más adelante halló un buey muy herido y acabado, y le dijo:
-¿Quién te ha puesto así?
-Un hombre -respondió el buey-, que me hace arar y trabajar, hiriéndome con un aguijón de hierro.
Entonces exclamó el leoncillo:
-¡Oh, cuántos males comete el hombre! Por cierto que deseo dar con alguno.
Y viendo en el suelo unas pisadas humanas, preguntó al buey de quién eran aquellas pisadas, a lo cual le respondió este que del hombre que lo maltrataba. Entonces el leoncillo extendió sus garras sobre las pisadas y dijo:
-¿Cómo teniendo tan pequeño pie el hombre hace tantos males?
Y enseguida dijo al buey que le manifestase dónde estaba aquel hombre.
-Allí está -le dijo el buey, y le enseñó al hombre, que con una azada estaba cavando la tierra.
El leoncillo se acercó a él y le dijo:
-Hombre, cuántas maldades habéis cometido tú y tu raza contra mí, contra mi padre y contra otros animales, cuyos reyes somos nosotros; yo vengo, pues, a tomar venganza en ti.
El hombre, mostrándole un hacha que tenía, le dijo:
-Como te me acerques más, te hago pedazos.
El leoncillo, viendo al hombre tan resuelto y osado, algo más prudente a la vista del peligro, le dijo:
-Bien, consiento en no acometerte, pero con la condición de que vengas conmigo ante mi padre para que decida sobre esto como juez.
El hombre aparentó convenir en ello y se fue con el leoncillo. Pero valido de la inexperiencia de este, lo llevó por un sitio donde tenía preparadas sus trampas, de modo que a los pocos pasos cayó el leoncillo en una de ellas, y a pesar de sus súplicas y lamentos fue muerto por el hombre.
Debe escucharse siempre el consejo de los padres.
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