LA AVENTURA DEL GIGANTE DEL MONTE SAN MIGUEL #leyendas #inglaterra #reyarturo #aventura

Un día un campesino pidió con gran insistencia ser recibido por Arturo.  Éste, siempre bondadoso, dio orden de que se le llevara ante su presencia.  El buen hombre, un poco aturdido, viéndose ante el rey, que ya tenía un prestigio casi mítico, vaciló; pero a las cariñosas palabras del gran guerrero, que le instaba a que declarase su deseo, respondió:

-Cerca de donde está acampado vuestro ejército en Bretaña hay un alto monte que se llama el monte Sain-Michel.  Allí tiene su guarida un feroz gigante que es el terror de todos los que tienen necesidad de pasar por aquellos parajes.  Se lanza sobre ellos y se apodera de los niños.

Después dijo que no era esto lo peor, sino que últimamente se había apoderado de la duquesa de Bretaña, así como de todo su séquito.

El rey le pidió que le mostrara en donde estaba exactamente la guarida del gigante, y el paisano así lo hizo.  Arturo mando llamar a sir Bedver y a sir Kay y les dio orden de que preparasen armas y caballos para los tres, pues deseaba ir en peregrinación al monte Saint-Michel.

Partieron, y cuando llegaron al pie del monte, Arturo ordenó a sus caballeros que esperasen allí, pues deseaba subir solo.  Los otros quisieron disuadirle de tal cosa, pero Arturo no les hizo caso.  Tomó una vereda y pronto llegó a una gran hoguera, junto a la cuál había una mujer de edad avanzada, con el rostro lloroso y que mostraba gran pesadumbre.  El rey la saludó y le dijo:

-Señora; veo que vuestro rostro está surcado por las lágrimas y que mostráis gran dolor.  Deseo saber la causa de ello para remediarlo, si me es posible, con la ayuda de Dios.

La anciana, llorando, le respondió que todo sería inútil y le pidió que hablase bajo, pues cerca de allí estaba el terrible gigante que había dado ya muerte a la duquesa, esposa de Hoel.

Arturo siguió:

-Vengo en nombre del rey Arturo para tratar con el gigante.

Ella insistió en los peligros de una empresa semejante, pero Arturo prosiguió con su tema.  En la cima del monte encontró al gigante sentado ante un regular fuego, en donde estaba asando a un hombre y en la mano tenía un trozo de pierna, que se disponía a comer.  Junto a él, tendidas se hallaban tres lindas damas, que esperaban su turno para ser asadas y devoradas.  Cuando Arturo vio esto, increpó al gigante, el cual cogió una maza y se arrojó contra el rey.

La lucha fue enconada; se agarraron y rodaron monte abajo; pero por fin Arturo pudo matar con su daga al gigante.  Como había rodado hasta donde estaban sus caballeros, éstos le ayudaron a desembarazarse del coloso.  Después ordenó a sir Kay que cortase la cabeza del feroz devorador de hombres y que la colocase en un sitio en donde la pudieran ver todos.

El agradecimiento de la población fue inmenso; pero Arturo decía que era el Señor el que le había dado la victoria y mando edificar una iglesia en el monte Saint-Michel.