EL RÍO ENAMORADO #leyendas #grecia #acosar

Érase una vez, en la Grecia de los tiempos antiguos, toda una dinastía de dioses bastante maleducados...  Algunos vivían en los cielos y otros en la Tierra, entre los humanos.  Pero unos y otros, en lugar de concentrarse en su trabajo, hacían bastantes tonterías.  Así, cuando estaban enamorados, algunos no se privaban de utilizar toda clase de trampas para lograr sus objetivos...

Aretusa bien puede atestiguarlo.

Igual que su madre, la diosa Artemisa, Aretusa era una ninfa de los bosques.  Amaba la vida en libertad del bosque, los animales salvajes, y huía de los hombres sobre todas las cosas.  un día, después de un buen rato persiguiendo a un conejo, la joven se detuvo, sin aliento, al borde de un arroyo.  Hacía buen tiempo, el agua formaba allí un estanque y producía un sonido delicioso.  Era el lugar ideal para darse un chapuzón.  Aretusa no lo dudó, dejó caer sus ropas y se deslizó en el agua fresca.

Durante unos instantes, flotó tranquilamente de espaldas... pero, de repente, sintió unos extraños remolinos justo debajo de ella.  Asustada, nadó rápidamente hacia la orilla y salió precipitadamente del agua.

-¡Eh, un minuto, hermosura!  ¡No te vayas así! -oyó Aretusa detrás de ella.

Era una voz muy fuerte.

"¡Puah!", pensó la joven.

Y sin tan siquiera volverse, cogió su ropa y huyó a todo correr.

-¡Es inútil que corras, bella mía! -gritó la potente voz-.  Soy Alfeo, el dios del río, y tú me gustas.  ¡Donde quiera que vayas, te seguiré!

Aretusa decidió buscar refugio en el bosque.  Pero cuando lo alcanzó, Alfeo ya la estaba esperando bajo la apariencia de un joven seductor.  Sin embargo, su belleza no conmovió a la joven, que echó a correr cada vez más deprisa.  Más tarde llegó a lo alto de una roca que era su refugio secreto, Alfeo ya se encontraba en el lugar, sonriendo, seguro de su victoria.

Hasta la noche, la pobre Aretusa huyó de escondite en escondite, enloquecida.  Pero el dios enamorado siempre la encontraba...

Agotada, Aretusa se dirigió a casa de Artemisa.

-¡Oh, madre mía, te lo suplico -le dijo-, haz algo!  ¡Sabes el horror que me causan los hombres, no dejes que ese malvado dios ponga la mano sobre mí!

La diosa tuvo piedad de su hija:

-No puedo impedir que Alfeo te alcanza, pues es un dios, y sus poderes son tan grandes como los míos.  Pero voy a hacer algo para que no te siga acosando; desde este instante, te transformo en fuente.  Tu agua brotará en Sicilia, bastante lejos de aquí, para que ese frívolo joven te olvide y regrese a su río.  ¡Que así sea!

Y antes de que Aretusa pudiera darle las gracias, la convirtió en una fuente viva.  Artemisa construyó bajo la tierra un túnel que unía Grecia con Sicilia.  La fuente se introdujo en el túnel y volvió a salir en la isla de Ortigia, donde sigue estando hoy día.

Pero ¡ay!, Alfeo era menos frívolo y más astuto de lo que pensaba Artemisa.  Recuperando su forma de río, se precipitó también él por el túnel, y brotó en la fuente de Aretusa, mezclando sus aguas con las de su amada.

Por eso, todavía hoy, no es extraño que en Sicilia se vean flotando unas flores llegadas de Grecia sobre la fuente de Aretusa, son las aguas subterráneas de Alfeo, que las han llevado allí.

¡Cuando los dioses se enamoran, todo es posible!