EL VIAJE DE BRAN #leyendas #celta #tiempo #aventuras

 

Bran, hijo del rey Febal, paseaba por una playa del mar de Irlanda cuando, de repente, oyó una música tan dulce que para escucharla mejor decidió sentarse en la arena.  Se durmió y, al despertar, vio junto a él un ramo cubierto de flores de plata.  Lo recogió y se preguntó dónde podía crecer la planta que daba esas flores.  Y, ¿quién lo habría depositado junto a él?

Absorto por estos pensamientos, Bran volvió al castillo de su padre.  Después de almorzar, cuando llegó el momento del baile, apareció una muchacha entre los caballeros.  Vestía con ropas desconocidas y  solicitó cantar para Bran.  

Con el permiso del padre, cantó una melodía muy parecida a la que Bran había oído junto al mar.  Cantó sobre el país de donde procedía, cantó sobre una isla que descansaba sobre cuatro columnas de bronce blanco y en la que todo era alegría.  Habló de la llanura de la Nube de Plata donde no existía ni la traición, ni la muerte.  Explicó que en los pastos pacían tranquilamente unos magníficos caballos de piel dorada o azulada.  Y dijo que allí crecía la planta de las flores de plata.  En ese momento, la muchacha se dirigió a Bran y le invitó a visitar la isla encantada.  Después, como por milagro, la rama de flores de plata que el joven sostenía entre las manos voló hacia la muchacha misteriosa y todo desapareció.

Bran zarpó con su nave.  Navegó dos islas hacia el oeste y, al alba del tercero, encontró el carro gigante de Manannan, el hijo del mar.  Se detuvo a charlar y el hijo del mar le habló de un mar claro como un prado en flor, de salmones grandes como corderos y de árboles cargados de frutos perfumados.  A su vez, Bran le habló de su tierra dividida, de hombres que se odiaban y de la muerte.  Manannan respondió que un día descendería del cielo un hombre capaz de traer la paz a la tierra, pero que los hombres también le matarían.

Bran reanudó la navegación y llegó a una isla donde los habitantes sólo sabían reír.  Algunos de sus marineros descendieron a tierra y no quisieron volver a zarpar.  Bran los dejó allí y partió.

Poco después hallaron otra isla.  Era la isla de las mujeres: bailes, banquetes y amor.  Pero, Bran no olvidaba la isla de las cuatro columnas de bronce blanco y de los árboles que dan flores de plata.

Bran decidió regresar a Irlanda para dejar la carga inútil de los tripulantes nostálgicos.  Pero, cuando llegaron a su tierra natal descubrieron que aquel viaje, que creían que sólo había durado unos meses, en realidad había sido de varios siglos.  

Ya no quedaba nadie de los que conocieron al zarpar y parecía que nadie había oído hablar nunca de la expedición de Bran.

Entonces, decidieron volver al mar y quizá encontraron la isla de las columnas de bronce blanco.  Pero, nadie lo supo nunca porque nunca más se oyó hablar de ellos.