EL FESTÍN DE LA MUERTE #LEYENDA #EGIPTO #MENFIS #traición

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El gran faraón de Egipto  había sido asesinado.  A los pocos días, la reina vida, la bella Nicrotis, aceptaba el trono que sus súbditos le ofrecían.  Ocurría esto en el viejo Egipto, en Menfis, la capital del Imperio Antiguo.

Los festejos para el día de la coronación prometían ser espléndidos; parecía como si la reina Nicrotis hubiese olvidado a su joven esposo; vilmente asesinado.

Para celebrar en forma solemne su coronación había mandado construir un gran salón subterráneo, donde ofrecería a los grandes personajes del reino un suntuoso banquete, y se decía que más tarde se dejaría que el pueblo presenciase el espectáculo.

Llegó el día señalado para el gran festín, y los invitados empezaron a llegar.  Antes de que estuvieran todos reunidos, comenzó la comida.  La bella Nicrotis aparecía mucho más hermosa que nunca, y una extraña mirada brillaba en sus ojos.  Todo se realizaba con la mayor magnificencia ante los absortos invitados.  De pronto se oyó un ruido formidable, una gran alegría iluminó el rostro de Nicrotis, mientras que los invitados se quedaban pálidos por el espanto.  En aquel instante comprendieron la trágica realidad y vieron que sólo estaban presentes los que había sido traidores y los asesinos.  Habían caído en el lazo que la reina les había tendido para llevar a cabo su venganza.

En el instante siguiente saltaron, impulsadas por resortes poderosos, simuladas tapas alrededor de todo el salón, entrando por las bocas torrentes de agua, que inundaron la estancia.  En medio del estruendo, se pudo oír todavía la voz de Nicrotis:

-¡Los traidores deben morir traicionados!

Nadie pudo encontrar salida.  El techo del gran salón subterráneo se hundió, sepultando a todos los que en él se hallaban.

Al día siguiente, según Nicrotis había prometido, todo el pueblo de Menfis pudo contemplar el lugar del convite.  Nadie dejó de sentir admiración por la reina, que no había vacilado en perder la vida con tal que los traidores la perdieran también.