" LEYENDAS DE ESPAÑA Y DEL MUNDO"

Imagen de  Joe  en  Pixabay   Solas vinieron las noches, y solos vinieron los días.  Y tan solo como ellos apareció Vainamoinen.  Nació de una madre divina, Issu, que a su vez procedía de una virgen llamada Ilmatar.  Issu vivió en el aire; durante largo tiempo permaneció en absoluta castidad, pues tuvo la suerte de habitar en los planos celestes.  Llegó el día en que Issu comenzó a aburrirse de la vida que llevaba, siempre vagando sola por los espacios, y decidió trasladarse a otro mundo igual de puro, pero de distinto ambiente.  Descendió al mar y se posó sobre las olas gigantes de los océanos.  En esto, un golpe de aire que vino de Oriente azotó su cuerpo y se desencadenó una tormenta espantosa.  A los pocos instantes, el mar se vio cubierto de espuma y olas gigantescas se elevaban al cielo, como si con las cimas de las montañas de agua quisieran alcanzarlo. El viento mecía a la joven y una ola sirvió para transportar a la virgen por los inmensos valles del océano.  Dicen que fue e

https://pixabay.com/es/?utm_source=link-attribution&utm_medium=referral&utm_campaign=image&utm_content=2089835 Según los habitantes de Nueva Bretaña, en el principio existía un gran espíritu sin nombre; simplemente fue el primero en estar. Dicho espíritu inició el proceso de la creación dibujando en el suelo el perfil de dos hombres. Después se rasgó la piel y regó el dibujo con su sangre. Después sombreó las figuras con grandes hojas hasta que se elevaron convertidas en To-Kabinana y To-Karvuvu. De inmediato quedó patente la diferencia de personalidad de los gemelos mientras To-Kabinana hacía cosas en beneficio del mundo, To-Karvuvu nunca lograba impedir los desastres. https://pixabay.com/es/?utm_source=link-attribution&utm_medium=referral&utm_campaign=image&utm_content=289005 Cierto día To-Kabinana trepó a un cocotero, arrancó dos frutos que no habían terminado de madurar y los arrojó al suelo. Al caer se partieron y emergieron dos bellas mujeres. Cuan

https://pixabay.com/es/?utm_source=link-attribution&utm_medium=referral&utm_campaign=image&utm_content=4427010 Agni nació del loto sagrado creado por Brahma y es representado con dos caras rojas, siete lenguas y cuatro manos. Vestido de negro, porta una lanza llameante. Viaja en un carro que tiene los vientos por ruedas y está tirado por fuertes caballos. Agni puede adquirir otros aspectos. Cuando Indra le ordenó que destruyera a un enjambre de duendes carnívoros (rakshas), Agni adquirió una terrible forma , con colmillos de hierro afilados como navajas. Agni simboliza la chispa vital de la naturaleza, consume para hacer vivir las cosas. En el Mahabharata, epopeya de principios del milenio, se agota consumiendo excesivas ofrendas. Para recobrar las fuerzas, incendia el bosque de Khandava, con la colaboración de Krishna y de Arjuna, que vigilan los extremos para que los habitantes no escapen. Se le considera una de las deidades guardianas del mundo (lokapal

https://pixabay.com/es/?utm_source=link-attribution&utm_medium=referral&utm_campaign=image&utm_content=5657301 Los aztecas que gobernaban México en los siglos XIV y XV, temían que en el caso de no tener una reserva suficiente de sangre, los dioses no pudieran sustentar el orden de la creación. Libraron guerras con el fin de conseguir víctimas para los sacrificios. Una de sus variantes predilectas del sacrificio humano era el despellejamiento. El sacerdote del dios a quien se hacia la ofrenda incluso vestía la piel de la víctima. Este vinculo del dolor con el poder espiritual explica la razón por la cual los aztecas adoraban a Xipe Totec, el "señor desollado", como ejemplo de tortura de la penitencia y símbolo de abnegación y la liberación espiritual (imitando la tortura que se infligía el dios, los aztecas laceraron sus cuerpos con espinas de cactus y puntas de cañas afiladas) Por su indiferencia ante el sufrimiento, se responsabiliza al dios Xipe T

https://pixabay.com/es/?utm_source=link-attribution&utm_medium=referral&utm_campaign=image&utm_content=3406893 Hacia el año 1500, la estirpe de los Caracciolo, que procedía de Capua, era una de las más nobles de Nápoles.  Un gentilhombre de los Caracciolo era señor de unas tierras de Calabria.  En un viaje por sus dominios se enamoró de una sencilla muchacha, hija de humildes vasallos.  Sus insinuaciones, promesas y amenazas fueron vanas.  Decidido a triunfar, el orgulloso señor hizo apresar al padre de la joven bajo la falsa acusación de homicidio, y le condenó a muerte.   En demanda de piedad, ya que no de justicia, acudieron a su presencia la hija y la esposa del infeliz prisionero.  De nada valieron sus ruegos y súplicas; la vida del villano tenía muy  alto precio.  Una vez más venció la iniquidad del poderoso sobre la honradez del débil.  El vasallo alcanzó misericordia, más no sin la afrenta de su hija. Regía por entonces la ciudad de Nápoles la enérgica Isabel de

En la costa del Canal de la Mancha se alzaba en tiempos de los romanos, un lugar fortificado y guarnecido por centurias imperiales, que tenía el nombre de Tabernia o "Campo de los Pabellones".  Se llamaba así por las tiendas de campaña de los soldados romanos, alzadas no muy lejos de la playa.  Era un paraje de notables recuerdos, pues no estaba muy distante del sitio donde César se embarcó para combatir a los habitantes de las Islas Británicas. Estos soldados protegían a una ciudad que existía desde tiempos remotos, pero que con la llegada de colonos romanos había tomado gran importancia, extensión y riqueza.  Los galos llamaron a esta ciudad Gesoriac; más tarde, Bonauem Arimorik; los galorromanos  transformaron este nombre en Bononia Oceanensis, y después llegó a ser Boulogne-sur-Mer. La costa se veía amenazada continuamente por las incursiones de piratas, que, llegaban súbitamente, asaltaban las casas de los colonos, robaban lo que podían y vejaban o raptaban a las m

Hace mucho tiempo que vivió en China un sabio emperador que tenía una hija.  Su hijo tenía sucesión, y el emperador se encontraba feliz al ver su trono asegurado.  Sólo le faltaba para colmar su dicha, casar a la hija con un hombre digno de ella. La princesa era la más bella e inteligente mujer de todo el imperio.  Cuando se supo que el emperador quería casarla, ciento cincuenta pretendientes se presentaron en el palacio.  Se les hizo saber que sólo el que ofreciese una rosa azul a la princesa conseguiría su mano.  Al saber esta condición, imposible de realizar, todos abandonaron su intento excepto tres de ellos.  Uno era un riquísimo mercader.  Este se encaminó a la mejor tienda de la ciudad y pidió una rosa azul.  El tendero le aseguró que jamás había oído hablar de rosas azules.  Había conocido rosas rojas, amarillas, blancas...pero azules nunca.  Halagado por la gran recompensa que había de obtener, acabó por comprometerse a buscarla. Otro pretendiente era un valiente g