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Según los habitantes de Nueva Bretaña, en el principio existía un gran espíritu sin nombre; simplemente fue el primero en estar. Dicho espíritu inició el proceso de la creación dibujando en el suelo el perfil de dos hombres. Después se rasgó la piel y regó el dibujo con su sangre. Después sombreó las figuras con grandes hojas hasta que se elevaron convertidas en To-Kabinana y To-Karvuvu.


De inmediato quedó patente la diferencia de personalidad de los gemelos mientras To-Kabinana hacía cosas en beneficio del mundo, To-Karvuvu nunca lograba impedir los desastres.

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Cierto día To-Kabinana trepó a un cocotero, arrancó dos frutos que no habían terminado de madurar y los arrojó al suelo. Al caer se partieron y emergieron dos bellas mujeres. Cuando To-Karvuvu se enteró, también trepó a un cocotero y arrojó dos frutos verdes. Cayeron con la punta hacia abajo y las dos mujeres que surgieron tenía la nariz chata y fea.


Otra leyenda, también nos habla de los gemelos. To-Kabinana talló un pez de madera y lo arrojó al mar. El nuevo pez se sintió tan agradecido, que todos los días llevaba un cardumen a la playa, por lo que a To-Kabinana le bastaba con capturar algunos ejemplares para alimentarse. Aleccionado por la buena fortuna de su hermano, To-Karvuvu también talló un pez en madera y lo lanzó en medio de las olas. Su talla correspondía a un tiburón. Como el desagradecido escualo devoraba a los demás peces en lugar de acercarlos a la playa, To-Karvuvu se quejó a su hermano. 

Desaforado, To-Kabinana gritó:  "Eres despreciable. A partir de este momento tus descendientes sufrirán. Tu tiburón devorará peces y hombres". Evidentemente que el hermano necio de To-Kabinana responde de la existencia del mal en la mitología melanesia.