EL NACIMIENTO DE LA TIERRA #atapasco #california #leyenda
Érase una vez un Gran Ciervo de largos cuernos que vivía en el fondo del mar. Estaba siempre durmiendo y nadie sabe cómo hacía para comer o para respirar. Fuera del agua no había nada.
Un día, algo bajo sus pies empezó a moverse y, al rato, sintió un gran calor: Pero como en realidad no le molestaba demasiado, siguió durmiendo. Hasta que, un poco después, el calor llegó a quemarle: el fondo del mar se había resquebrajado y, por la fisura, salía materia incandescente.
El Gran Ciervo decidió entonces desplazarse y seguir durmiendo un poco más lejos. Pero la tranquilidad duró poco, ya que también allí se abrieron grandes fisuras en el fondo del mar. Entonces decidió ir a ver qué había más arriba. Se levantó y empezó a andar hacia el norte. Anduvo durante mucho tiempo pero nada ocurría y la llanura submarina parecía no tener límites.
En un momento dado, se dio cuenta de que el fondo marino estaba subiendo. De hecho, mientras avanzaba, el volumen del agua disminuía. En primer lugar emergieron los cuernos, luego, poco a poco el cuerpo, los ojos, el hocico, el gran pecho, las espaldas y las largas patas. Todo a su alrededor era agua del océano y él se encontraba en el centro del mundo.
Miró hacia arriba, vio cómo la Luna surgía de entre las olas y se sintió muy cansado. Por ello, el Gran Ciervo se tumbó en las aguas bajas y se quedó dormido. La Luna descendió con sus rayos hasta él y se detuvo entre sus dos grandes astas. Recogió arena mojada del fondo del mar y la esparció sobre el hocico del animal, entre los ojos y los cuernos. Después, sobre la arena colocó una capa de juncos y los recubrió de arcilla, en la que sembró la hierba azulada y los grandes árboles de los bosques.
-Ya está -dijo la Luna en voz alta.
Las astas del Gran Ciervo se convirtieron en montañas altísimas recubiertas de bosques contra las que las olas rompían con gran estruendo. Y la Luna siguió girando alrededor del animal de norte a sur, de este a oeste, para que todas las cosas quedaran bien ordenadas.
De las espaldas del ciervo surgieron las montañas, de su dorso las llanuras, de la grupa las colinas y, de ese modo, quedó sepultado bajo la tierra de la que había nacido. Sus ojos se convirtieron en nubes, su pelo en osos, panteras, lobos y búhos. De su cola nacieron los gavilanes, las gaviotas y las negras cornejas. Y finalmente, de su sangre surgió la lluvia, de su corazón los truenos y de sus pezuñas el rayo
.
Y así nació la Tierra, frente al océano del que había surgido bajo la forma de un ciervo.
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