EL ORIGEN DEL MUNDO #algonkino #canada #leyendas
Al principio sólo existía el mar y sobre él volaban miles de aves marinas. Un día, el Padre de los indios se sintió hambriento e intentó sumergirse en el mar, pero no pudo porque flotaba. Entonces, con gran estruendo, empezó a llorar, a gritar y a lamentarse porque no conseguía nada para comer. El Gran Antepasado se apiadó de él y llamó a las aves acuáticas, pidiéndoles que fueran a ayudar al Padre que flotaba sobre las aguas.
-Por orden del Gran Antepasado, hemos venido a que nos digas qué quieres -dijo la gaviota acompañada por las demás ves.
El Padre que flotaba sobre las aguas las miró.
-Necesito que alguien que pueda sumergirse vaya a buscar un poco de barro del fondo del mar -respondió.
-Iremos -dijo la gaviota.
Y una tras otra, por orden de altura, las aves se fueron sumergiendo bajo las olas. Pero lcuando salían a la superficie, estaban todas muertas. Le llegó el lturno al pato. Estaba aterrado, pero decidió arriesgarse.
-Yo también quiero intentarlo a ver si lo consigo -dijo antes de sumergirse.
El pato bajó a las profundidades del océano y permaneció bajo el agua durante varios días y varias noches. El Padre que flotaba sobre las aguas se preocupaba más y más a medida que pasaban las horas. ¿Y si el pato tampoco volvía? Prefería no pensar en ello. Por suerte, al amanecer del séptimo día, vio sobre la superficie de las aguas la señal de que el pato ya estaba de vuelta y se alegró. Transcurrieron unas horas y finalmente el pato emergió jadeando de entre las olas. El Padre que flotaba sobre las aguas lo tomó en sus brazos y vio que, entre las patas, llevaba un poco de cieno extraído del fondo marino. El Padre lo recogió y lo depositó sobre su pipa plana, aunque se dio cuenta de que no había suficiente cantidad para lo que quería hacer.
Por aquel entonces, todas las aves ya se habían muerto y en su corazón surgió la duda de si conseguiría cumplir su misión. Lloró y gritó hasta que, no lejos de la pipa, apareció una gigantesca tortuga marina.
-Ahora lo probaré yo -fijo la tortuga, acercándose al Padre que flotaba sobre las aguas.
Y se sumergió de inmediato en las profundidades.
Estuvo en el agua mucho, mucho tiempo y el Padre que flotaba sobre las aguas empezó a inquietarse. Pero un buen día, vio cómo surgían de la superficie del agua burbujas plateadas y, de entre las olas, apareció la tortuga. El Padre que flotaba sobre las aguas la ayudó a salir y le quitó el cieno que llevaba entre las patas. Depositó el barro también sobre su pipa plana, junto con el barro anterior, lo extendió y lo puso a secar.
Pasadas algunas horas, el Padre se puso a trabajar. Rompió un pedazo de ese cieno seco y lo lanzó en dirección al norte, y así lo repitió con cada punto cardinal.
Cuando le quedó sólo un pedazo, le dio un toque y ordenó que de él surgiera la tierra. Y así fue. Luego tomó una varita y creó los ríos y torrentes. Después, con el mismo cieno, creó a los hombres y a las mujeres y a todos los animales, los bosques, el Sol y la Luna.
Y así fué como el cieno de las profundidades marinas sirvió para crear todas las cosas.
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