LEYENDA DE MINERVA #GRECIA #sabiduría #envidia #cruel #paz

Rendido Júpiter por los terribles dolores de cabeza que le atormentaban, pidió a Vulcano que les pusiese fin abriéndosela de un hachazo.

Cuál no sería la sorpresa de los dioses cuando vieron que aparecía Minerva, ya de veinte años y con armadura de guerra.  Era lógico que aquella hija de Júpiter, nacida de su propia cabeza, fuera nombrada desde aquel momento "diosa de la sabiduría".

Minerva inventó la escritura, la pintura y el bordado y se los enseñó a los humanos. Apadrinaba a sabios y artistas y gozaba de grandes atribuciones entre los dioses; manejaba el rayo y disponía a su capricho de la vida de los mortales.

Minerva era hermosa y estaba muy orgullosa de su belleza y de su talento; miraba con gran recelo la hermosura de las demás mujeres y se esforzaba en ser la más atractiva del.  Odiaba a Venus, más aún desde que en el juicio del troyano París éste la había distinguido con la entrega de la manzana de oro, entre las aclamaciones de los dioses. 

El dios del mar Orco, hijo de Neptuno, tenía tres hijas.  Una de ellas, Medusa, era la criatura más bella que había; sus cabellos dorados atraían irresistiblemente; la dulzura de sus ojos, la blancura de su cuerpo y la gracia que poseía causaban querellas entre sus numerosos pretendientes.  Medusa, entre tanto halago, llegó a creerse más bella que Minerva y no ocultaba a nadie su pensamiento.

La diosa decidió acabar con la rival que la atormentaba y sin piedad la transformó de tal manera que desde entonces Medusa y sus dos hermanas causaban el espanto de cuantos las miraban, y quien intentaba enfrentar su mirada con la de ellas, quedaba convertido en piedra.

El blanco cuerpo de Medusa quedó cubierto de ásperas escamas; dos alas do oro en la espalda y otras dos más pequeñas en los pies le daban una singular ligereza, que era el horror de los que se veían perseguidos por ella.

Los ojos y los dientes se les redujeron a uno solo, que usaban alternativamente las tres hermanas y sus tiernas manos fueron convertidas en dos garras de hierro.

Pero Minerva no sólo se afligía por los celos de la hermosura, sino que también le causaba profunda tristeza el poder ser igualada o superada en cualquier aspecto de los que se creía insuperable.

Había en Colofón una muchacha llamada Aracne, que hacía verdaderas maravillas en el arte de bordar.  Acudían de todas partes para admirar las labores de la trabajadora Aracne.  Pero Minerva no podía consentirlo, y un día la retó a que hiciera cada una un bordado para ver cuál resultaba mejor.  El de Aracne, en el que representaba maravillosamente las aventuras amorosas del padre de Minerva, casi superaba al de ésta, e, irritada al verlo, lo hizo pedazos y luego golpeó sin piedad a Aracne que, no sabiendo que hacer, se ahorcó.

Minerva algo apiadada cuando estaba a punto de morir Aracne, la transformó en araña. En esta forma sigue aún trabajando sin cesar entusiasmada con su trabajo.

Minerva sostuvo también enemistad con Neptuno porque querían los dos imponer su nombre a la ciudad que Cecrops, hijo de Vulcano, acababa de construir.  Decidieron los dioses poner a estas querellas, interviniendo en el asunto, y dijeron que la ciudad llevaría el nombre del que creara aquello que fuera más útil para sus habitantes.

Neptuno dio un golpe espantoso en la tierra con su tridente y salió el caballo.  Minerva hizo surgir el olivo.  Los dioses pensaron que el caballo representaba la guerra y el olivo la paz, y decidieron que la ciudad fundada por Cecrops se llamase Atenas, que era el nombre con que los griegos llamaban a Minerva, ya que la paz era, ciertamente, mucho más útil que la guerra