EL HOMBRE Y EL ÍDOLO DE PALO #FÁBULA #JEANDELAFONTAINE #decepción
Cierto pagano guardaba en su casa un ídolo de palo, uno de esos dioses que, aunque tienen buenas orejas, están más sordos que una tapia.
Sin embargo, el pagano esperaba mucho de él, y no le costaba poco, porque todo eran ofrendas y votos y sacrificios de bueyes coronados de flores. Jamás ídolo alguno recibió culto más suculento, sin que el pobre devoto alcanzase nunca herencia, tesoro encontrado, ganancia en el juego, ni beneficio alguno.
Por el contrario, tronara por donde tronase, siempre le llegaba la borrasca. Lo pagaba su bolsa, pero no por eso se resentía la pitanza de la divinidad.
Al fín y al cabo, se exasperó de no obtener nada, y cogiendo un hacha, hizo añicos al venerado simulacro, y lo encontró repleto de oro.
"Cuando te trataba bien no me valiste ni un ochavo, (exclamó indignado). Sal de mi casa; busca otros altares. Semejas a aquellas gentes groseras y estúpidas, de las que no se puede sacar provecho más que a bastonazos. Cuanto más te obsequiaba, más vacías tenías las manos; bien hice en cambiar de procedimiento."
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