LAS MARGARITAS #frio #miedo #amanecer #leyenda #asturias #españa
Debajo de las aguas del lago Enol, en Asturias, existía en tiempos remotos una majada, donde tenían
construidas sus cabañas, numerosos pastores.
Según la leyenda, un día se desencadenó un gran temporal, que obligó a guarecerse a todos los pastores.
La lluvia y la tormenta duraron todo el día. Los pastores se reunieron al calor de la lumbre para
conversar juntos.
Estaban entretenidos en animada conversación, pasada la media, cuando se
presentó en una de las cabañas una pobre niña, empapada de agua y temblando de frío, pidiendo
por caridad, que la dejaran resguardarse del temporal hasta que pasara la noche.
Los pastores, burlándose de su temor, la echaron de allí, insultándola groseramente. En vano fue que la niña
intentara probar suerte en las restantes cabañas de la majada; la maldad y el egoísmo habían
apresado a aquellos hombres.
La niña, perdida en aquellos lugares, se alejó sollozando; pero poco a poco se encontró con una
gruta en la que la tempestad no azotaba con la misma violencia. Entró en ella y vio a una bella
pastorcilla que, de rodillas, rezaba.
La niña también se postró en tierra para rogar que cesara el temporal. Después la pastorcita se volvió a ella y la saludo cariñosamente. Al ver el
lamentable estado en que se encontraba la niña, le ofreció leche y pan, que la niña aceptó
agradecida.
Mientras esto ocurría en el interior de la cueva, fuera la tempestad se embravecía por momentos,
y el agua caía torrencialmente sobre la majada. Un nuevo diluvio parecía querer inundar aquellos
terrenos, como si la Naturaleza se hubiera echo eco del desconsuelo de la pobre niña y quisiera
castigar a los pastores.
Transcurrieron, lentas, las largas horas de la noche, hasta que al final el amanecer llegó a la gruta, y
la lluvia poco a poco, dejó de caer. La niña y la pastorcilla contemplaron el horrible espectáculo
que tenían ante sus ojos. La majada en la que la pasada noche se alzaban las cabañas de los pastores,
se había convertido en un profundo lago, donde no quedaba rastro de vida
.
Ante tan tremendo desastre, la niña no pudo contener su dolor y empezó a llorar. Sus lágrimas, al
tocar el suelo, se convertían en margaritas. Unos instantes después desapareció.
La caritativa pastorcilla se sintió entonces rodeada de un halo de luz sobrenatural, y una dulzura que
llenaba su alma de felicidad, que le hizo comprender que había pasado la noche acompañada de
la Virgen.
Imagen de Tony Prats en Pixabay
Comentarios
Publicar un comentario