EL ORIGEN DE LOS PIRINEOS #amor #rechazo #venganza #Leyenda #España #Aragón
Por aquél tiempo remoto, en que Hércules andaba por el mundo ejecutando sus famosos
trabajos, y librando al mundo de monstruos, en Iberia era rey el conocido Túbal
"Túbal, quinto hijo de Jafet y nieto de Noé, fue el primer hombre que vino a España. Después del diluvio universal, se contaban 131 descendientes de Adán, nuestro primer padre, que se esparcieron por la Tierra".
Nieto de Noé, considerado el primer rey de España en la obra de autores como el Padre Juan de Mariana (Historia General de España)
HÉRCULES
Tenía una hija, Pirene, cuya belleza y gracia eran conocidas y cantadas en muchas lenguas a la redonda. Llegó esta fama a oídos de Gerión, que vivía al sur de Iberia en la región de Tartesos. El monstruo de las tres cabezas, se obsesionó con la idea de apoderarse de Pirene y hacerla su esposa. Como era de esperar, la bella princesa se negó rotundamente a unirse con el horrible Gerión, el cual, enfurecido, arremetió contra Túbal y le derrotó, creyendo que con esta acción, iba a capturara a Pirene. La doncella huyó rápidamente hacia el Norte y se escondió en un monte bajo y áspero, cerca del mar Mediterráneo.
Contra lo que ella esperaba, pronto encontró Gerión el rastro de la joven y bella princesa; pero, desesperado al no hallarla entre las mil cuevas y revueltas del monte, decidió prenderle fuego al mismo y que allí terminara sus días la princesa Pirene.
Volvía Hércules, hacia Italia, cuando al pasar sobre Iberia vio una extensa humareda que se elevaba
por el Norte, y las llamas voraces, que amenazaban con tragarse todo el montecillo. Se acercó y fue
mayor su extrañeza cuando oyó que de las llamas salía una voz de mujer que pedía socorro. El héroe,
introdujo su fuerte brazo en la hoguera y pudo retirar, moribunda, a la bella Pirene, que le contó su
historia, antes de morir.
Conmovido, Hércules decidió enterrarla allí mismo, en el montecillo de su suplicio; pero le pareció
poco aquel enterramiento para tan bella mujer. Entonces cogió con sus manos poderosas las rocas
caídas y deshechas por el incendio y las fue colocando, elevándolas unas sobre otras, formando
con todas un mausoleo gigantesco y maravilloso: una hermosísima cordillera, en cuyo seno descansaba
la hija de Túbal. La cordillera se llamó Pirineos, en recuerdo de la desventurada princesa.
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