EL VAMPIRO #leyendas #rusia #hambre #vampiro
En una pequeña alquería rusa del gobierno de Tambot vivía un campesino. Teniendo que vender su ganado, había ido a la feria de un pueblo próximo. Se le hizo tarde para volver a su casa y, ya muy entrada la noche, emprendió el camino de su aldea. Pasaba con miedo por la puerta del cementerio, cuando el reloj daba las doce de la noche. A los pocos pasos se sobresaltó oyendo correr detrás de él, mientras le gritaban.
-¡Espérame, que iremos juntos!
Temblando, volvió la cabeza y vio que le alcanzaba un hombre desconocido, de mal aspecto se iba arrimando a todas las casas del pueblo, y decía: "¡Cerrada!"
Extrañado el labrador, porque veía algunas puertas abiertas, cayó en la cuenta de que decía cerradas por haber una cruz pintada en las mismas. Así recorrió, una tras otra, todas las puertas de la aldea, hasta que llegaron a una que no tenía cruz, y a pesar de sus grandes candados, dijo el hombre:
-Por fin encuentro una abierta.
Se acercó a ella, y como por arte de magia las puertas se abrieron y el hombre se deslizó en el interior sin hacer el menor ruido. El campesino le siguió con curiosidad y encontraron a dos hombres profundamente dormidos. El uno era joven y el otro de más edad; parecían padre e hijo. El misterioso personaje buscó por la habitación y encontró una pequeña cuba en el suelo, y cogiéndola con gesto rápido, dio con ella un golpe en la espalda del joven dormido, haciéndole una herida, de la que salía sangre. Con ansia rara, se lanzó sobre él y estuvo chupándole la sangre hasta dejarle inerte. Se acercó luego al viejo y con increíble ligereza le hirió y sorbió toda su sangre, y cogiendo del brazo al aterrado labrador, le hizo salir diciendo:
-Vámonos, que ya amanece.
El campesino no se atrevía a huir ni a protestar, y sintiéndose cogido, corría junto al vampiro. En unos momentos estuvieron de vuelta en el cementerio; allí se echó sobre el aldeano, y abrazándole con fuerza, para estrangularlo. Pero en este instante cantó el gallo y el espectro desapareció como por encanto. Ya libre el aldeano, que tan cerca había estado de la muerte, horrorizado, se volvió a su aldea.
El pueblo ya había despertado, y pronto corrió de boca en boca la noticia de la extraña muerte de los dos hombres.
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