LOS TRES PRÍNCIPES DE SERENDIPIA #orgullo #dificultad #leyendas #persia #iran
El primer príncipe, tras observarlas dijo:
-Son las huellas de un camello tuerto del ojo derecho. Esto es porque he visto que la hierba de la parte derecha del camino que da al arroyo estaba intacta, mientras que la de la parte izquierda que da a la colina estaba más seca y consumida.
El segundo príncipe, más sabio que el primero añadió:
-A este camello le falta un diente, lo sé porque la hierba que ha arrancado tiene por encima pequeñas cantidades masticadas.
Por último el tercer príncipe, todavía más astuto que sus dos hermanos mayores, observó:
-Eso no es todo, el camello está cojo de una de las dos patas de atrás. Seguramente la izquierda, ya que las huellas son más débiles en este lado.
A estas afirmaciones se unió la de El Mayor del pueblo, que dijo:
-Por mi puesto de arquitecto mayor del reino afirmo que el camello llevaba una carga de miel y mantequilla. Lo puedo decir porque al borde del camino las hormigas comían en un lado, mientras que en el otro se concentraban abejas, avispas y moscas.
Los tres príncipes se sintieron molestos porque la apreciación del arquitecto superaba a las suyas. Así que el segundo príncipe bajó de su camello e inspeccionó más de cerca la huella y afirmó que en él iba montada una mujer, al percatarse de pequeñas huellas sobre el barro en la ribera del río.
El tercer hermano, herido en su orgullo también aseguró que la mujer estaba embarazada, ya que al orinar se apoyó con las dos manos debido al peso de su cuerpo.
-¿Era tuerto tu camello del ojo derecho? -preguntó el hermano mayor.
-Si -le contestó el mercader intrigado.
-¿Le faltaba algún diente? -preguntó el segundo hermano.
-Seguramente, porque era viejo y se había peleado con un camello joven -respondió el mercader.
-¿Estaba cojo de la pata izquierda trasera? -le espetó el tercer hermano.
-Si ya que se había clavado la punta de una estaca. Además llevaba una carga de mantequilla y miel y una mujer muy descuidada, ¡mi esposa embarazada que se retrasaba todo el rato y yo la dejé atrás sin darme cuenta! ¿Los habéis visto? -pregunto angustiado el mercader.
Los príncipes rieron a carcajadas ante el asombro del mercader.
-No los hemos visto jamás.
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