LOS DECRETOS SAGRADOS #Leyenda #Mesopotamia #poderes #restitución
Imagen de Rondell Melling en Pixabay
Inanna, diosa del amor, tomó la corona de la tierra y se la colocó en la cabeza. Luego se tumbó bajo un manzano y decidió ir a Eridu a visitar a "mi padre Enki, el dios que conoce el Me, las leyes sagradas del cielo y la Tierra"
Cuando Inanna entró en su santuario sagrado, Enki la recibió con pasteles, agua fresca para "refrescar su corazón" y cerveza, y ambos bebieron en la mesa del cielo.
Ebki e Inanna brindaron el uno por el otro y Enki, que había bebido demasiado, le ofreció a su hija el Me. Catorce veces alzó su copa y le ofreció a Inanna casi cien de sus poderes, incluidos el del gran sacerdocio, el trono del reino, el arte de hacer el amor, el dominio del poder y la verdad, la capacidad de dirimir y la de descender a los infiernos y volver a ascender a la Tierra. Inanna contestó:
-¡Me los quedo!
Y llevó el Me a la Barca del Cielo, con la que se dirigió a su ciudad, Uruk.
ENKI SE ESPABILA
Cuando se disipan los efectos de la cerveza, Enki le pidió a su sirviente Isimud que le llevara el Me, pero Isimud le dijo que se lo había dado a Inanna. Enki envió a Isimud para recuperar los poderes, pero cuando ella se negó a devolvérselos, envió a seis terroríficos demonios tras ella. Inanna llamó a su sirviente Ninshubur para que la ayudara.
Ninshubur hizo un gesto con la mano y envió a los demonios de vuelta a Eridu. Con la ayuda de Ninshubur, Innana navegó en la Barca del Cielo hasta Uruk, donde sus habitantes se regocijaron cuando Inanna colocó el Me en su sepulcro sagrado.
Comentarios
Publicar un comentario