EL PUENTE DE LOS MUERTOS #leyenda #persia #mesopotamia #historia #nochedeanimas
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Cuando muere el hombre, su alma queda cercana a su cabeza durante el primer día y
la primera noche, recitando un cántico con tanta alegría como si aún estuviera unida al cuerpo. Lo mismo sucede en la segunda y tercera noche. A la cuarta noche se dirige hacia el puente Tchinvat, el Puente de los Muertos. Allí es juzgada.
-¡Oh maravillosa muchacha!, ¿Quién eres que así llegas a mí para llenarme de deleite? Nunca he visto a ninguna tan bella como tú... Dime tu nombre y quién eres.
Y la joven contesta:
-Soy la misma ley de tu cuerpo. Soy tus buenos pensamientos, tu buena palabra, tu buena acción, la misma ley de tu cuerpo. Tú le has unido a mí por tus buenos pensamientos, por tus buenas palabras, por tus buenos actos. Si tú veías a algún individuo haciendo maleficios, lo amordazabas recitando los cánticos sagrados, sacrificando a las buenas aguas, al fuego, hijo de Akura Mazda. A mi, que soy agradable, me has hecho más agradable, a mí, que soy bella, me has hecho más bella, a mí, que soy deseable, me has hecho más deseable, a mí, que estoy situada en un lugar elevado, me has alzado aún más.
Más ¡ay!, el alma del malo, cuando llega al puente Tchinvat, al Puente de los Muertos, siente un viento fuerte y repugnante. Ve llegar a una joven de aspecto desagradable, de faz contraída, de figura contrahecha. Lleno de temor, le pregunta:
-¿Quién eres tú? ¡Quítate de mi vista, que me repugnas y aterrorizas!
Pero ella le dice que es la ley de su cuerpo, que es su mal pensamiento, su mala palabra, su mala acción. Y es que él se ha unido a ella por sus malos pensamientos, palabras y obras.
Y el malo desciende a los infiernos empujado por Ahrimán.
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