EL SUEÑO DE KERET #padre #leyendas #obediencia #fenicia #libano #israel #siria #palestina
Imagen de Nandhu Kumar en Pixabay
Nuestro héroe caminó en silencio hacia su habitación, con paso lento; tristemente meditaba cómo había de acometer la empresa. Un acongojado temor invadió su ánimo esforzado. Ved ahí a Keret, "el servidor de El", roto en sollozos y convulso sobre su lecho; sus lágrimas se deslizaban, pesadas. Al fin, el cansancio venció al dolor y Keret quedó dormido, entregado a un sueño sin reposo, poblado de amargos temores. Se despertó intranquilo el noble monarca; subió a la terraza de su palacio, deseoso de recrear su embargado espíritu en el magnífico espectáculo de la ciudad.
El, el "padre de la humanidad", contempló la dolorosa inquietud de su siervo y le infundió un nuevo y placentero sueño, durante el cual le brindó su consuelo y apoyo y le dio ánimos para la gran empresa. Mas, ni aun el dios supremo consigue reconfortar el abatido espíritu del héroe.
"He de oponerme a un terrible enemigo (medita Keret) y ¿ quién me asegura la victoria ? Expuesto estoy a la muerte sin venganza, pues que aún no he experimentado el consuelo de verme nacer en un hijo a una nueva vida. Moriré sin posteridad y sin gloria, como si no hubiera vivido"
Llora tristemente. Es tan intenso su dolor, que con el vierte también lágrimas su doble: Na'man (el gracioso). El derrama sin cesar los dulces efluvios de su palabra y Pebe Melek (dios interior) eleva su voz de resonancias vigorosas. Pero Keret y Na'man prosiguen su llanto y sus lamentos:
"¡Ay de mí y de mi hijo que no vio la luz!".
Subirás a una torre. Lávate y purifícate. Toma luego un cordero y sacrifícalo, y una cabra, y el pájaro del sacrificio. Vierte vino en una copa de plata, y miel en una copa de oro. Alza tus súplicas a Sor-El (dios toro) y a Baal-Dagón. Regresa a tu ciudad y prepárate al combate. Recoge el trigo abundante; que no falte el pan a tus sidonios ni a la Asamblea. Helos aquí, Ya han ocupado tus enemigo en el sexto mes hasta cinco fortalezas y te amenazan implacables. El encuentro será en Negeb: chocarás las armas con estrépito. Y sobrevendrá un gran desastre; pueblos enteros abandonarán sus tierras.
Allá van en tropel las gentes de Hassis; todos emprenden la marcha, cerrando sus casas. Y Terah, el poderoso, el que hace levantar a la Luna nueva, y la hace brillar para Sin, su mujer, para Nikar, su bien amada, se te opondrá. Mas tu, hijo mío, sigue adelante, camina durante seis días hacia el Sur, hasta que encuentres a los sefarditas (los del Sol). Llegarás al país de Edom; descansa en sus ciudades y recréate en sus campos; allí hallarás nuevos taladores y nuevas mujeres. Sigue adelante, o regresa; mas no ataques al Edom. Óyelo, Pabel-Melek; tú enviarás a mi hijo tu mensaje: que se aleje y no combata al Edom, pues es don El, dios supremo.
Después Keret, te volverás a tu esposa y le dirás: concédeme, oh Meset-hery, el favor de un hijo. Y podrás contemplar a tu primogénito, su gracia, cual la de Anat; su belleza, cual la de Astarté. Y su grito ha de ser: "Odio a mi enemigo".
Luego reemprendió el camino y ejecutó la voluntad de El, "padre de la humanidad".
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