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Imagen de Dieter Staab en Pixabay
Kappa
Esta criatura que desciende del mono, servía de mensajero al dios río. Se parece a un mono en realidad,
pequeño como él, aunque su piel es escamosa como la de un pez o una
tortuga, y su color amarillento o verde. Habita en los ríos,
estanques y lagos, y tiene un hueco con agua en la parte superior de
la cabeza. Si la derrama, el kappa pierde todos sus poderes mágicos.
Como los vampiros, se alimenta de sangre humana, o con la de
caballos y reses. Pero, le encantan los pepinos, hasta el punto de
que es posible persuadirlo de no hacer daño a los humanos
escribiendo en un pepino los nombres y edades de los miembros de la
familia y arrojándolo luego a las aguas en que viven los kappa.
Su
fidelidad a las promesas es un hermoso rasgo que los distingue, así
como también sus buenos modales. Aunque estos últimos suelen darles
disgustos pues, en ocasiones, al inclinarse para hacer una
reverencia, el agua se derrama del hueco que tienen en la cabeza y,
con ello, desaparece su fuerza.
Un kappa de apariencia infantil
incitaba a los que pasaban a jugar con él a la pizpirigaña y
después arrastraba a sus víctimas a la laguna en que vivía. Un
jinete accedió a prestarse al juego pero, en cuanto los dos trabaron
sus manos, espoleó su caballo y lo lanzó al galope. Mientras el
agua se derramaba de su cabeza, el kappa suplicó piedad. A cambio
de su libertad, prometió al jinete que le enseñaría a recomponer
los huesos rotos. Una vez libre, mantuvo su palabra y le reveló
todo su saber, trasmitido luego de generación a los descendientes de
aquel hombre.
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