LAS FOCAS FANTASMA #leyendas #islandia #focas

Hace muchos años, Islandia no estaba rodeada de tantos peñascos e islotes como en la actualidad.  Las olas del Atlántico llegaban hasta las escarpadas costas sin encontrar obstáculos y los pescadores no tenían problemas para ir a los lejanos bancos de pesca.  En la gran isla, la vida fluía tranquila y los hombres eran bastante felices.

Sin embargo, una noche, el joven Olaf, hijo de un pescador, se alejó por la orilla iluminada por la luna y presenció un espectáculo increíble.  Había un grupo de muchachas muy hermosas bailando desnudas en la playa.  ¿Quiénes eran?  ¿De dónde venían?  Del pueblo no, porque el joven habría reconocido a alguna.

Olaf se quedó bailando y divirtiéndose con ellas durante toda la noche y se enamoró de una de ellas.

-Quiero casarme contigo -le dijo.

-Es imposible, Olaf.  Yo no soy una mujer, soy una foca.  Una vez al año podemos recuperar nuestra forma humana -respondió la muchacha.

-¿Recuperar la forma humana?  ¿Por qué? -preguntó Olaf.

-Tienes que saber que antes las focas eran seres humanos como tú.  Cometieron terribles fechorías y se lanzaron al agua para morir.  Pero el mar fue bueno y no quiso matarlas.  Así que todos aquellos hombres y mujeres fueron convertidos en focas.  Desde entonces, la noche de luna llena del mes de agosto podemos recuperar nuestra forma original.  Al alba volvemos a vestirnos con nuestras pieles y desaparecemos en el mar -respondió la bella muchacha.

Olaf no se dio por vencido.  Buscó entre los matorrales de la costa y encontró la piel de la muchacha de la que se había enamorado y corrió a esconderla a su casa.  Al alba, la muchacha no pudo convertirse en foca y tuvo que casarse con Olaf.  Vivieron felices durante un tiempo, pero nada podía sustraer a la muchacha de su fascinación por el océano.  Pasaba largas horas ante el mar y en su mirada se leía la tristeza.

Un día, mientras Olaf estaba pescando, la chica rebuscó entre las cosas viejas de la casa y, en un cofre de madera, descubrió su piel.  Cuando Olaf regresó ya no encontró a su mujer.  Al principio se sintió afligido y después se enfureció.  Cogió la barca, salió al mar y comenzó a matar todas las sfocas que pudo.  Después, volvió a casa y las examinó todas para ver si hallaba a su esposa.  Fue inútil.  Él y los habitantes de la isla aprendieron a usar las pieles de esos animales para hacer gorros, mantas y calzado.

Así fue como empezaron a matar una gran cantidadd de focas.  Olaf era el encargado de desollar las focas porque esperaba que un día hallaría a la mujer que ¿amaba?

Un día se produjo el milagro.  Mientras estaba desollando una foca vio que bajo la piel aparecía la cara y el cuerpo de su hermosa esposa.  Quiso abrazarla a pesar de la sangre y el hedor.  Pero no tuvo tiempo.  La muchacha huyó y consiguió alcanzar el mar.  Sin embargo, esta vez el mar no la transformó en foca porque, entretanto, el mar se había vuelto malvado y la muchacha se ahogó.

Entonces todas las focas del mar acudieron a la orilla e iniciaron una lucha cruel contra los hombres.  Como éstas eran muy numerosas, ganaron y arrojaron a todos los habitantes de la isla a las frías olas del Atlántico.  Y éstos se convirtieron en rocas, peñascos y barreras.

Esos peñascos son los que aún rodean Islandia para recordar a los hombres que el mar siempre puede vengarse de las ofensas recibidas.