EL GATO Y EL RATÓN #fabulas #jeandelafontaine #engaño #prevencion #francia
Cuatro distintos animales, el Gato hurta-quesos, el tétrico Búho, el roedor Ratón y la señorita Comadreja, de esbelto talle, todos ellos malignos y perversos, frecuentaban el tronco medio podrido de un pino viejo y selvático. Tanto lo frecuentaban, que cierto día tendió allí sus redes un cazador.
El Gato, muy de madrugada, salió del escondite para ganarse la vida. Las últimas sombras de la noche no le dejaron ver la red, y cayó en ella. Creyéndose morir, maullaba lastimero, y al oírlo acudió el Ratón. ¡Qué desesperación la del uno! ¡Qué alegría la del otro! ¡Como que veía atrapado a su mortal enemigo!
El infeliz Gato exclamó al fin:
-Amigo carísimo: bien veo cuánto me aprecias, y bien sabes tú cómo te correspondo. Ayúdame a escapar de este lazo, en el que me hizo caer la ignorancia. Razón tenía al apreciarte y quererte como a las niñas de mis ojos. No me arrepiento de ello; antes bien, doy gracias a los dioses. Iba a rezar mis oraciones de la mañana, como corresponde a un Gato devoto. Esta pícara red me sujeta: en tus manos está mi vida; suelta, por favor, estas ligaduras.
-¿Y qué recompensa obtendré? -preguntó el Ratón.
-Juro eterna alianza contigo -contestó el Gato.- Dispón de mis uñas: contra todos te defenderé. Mataré a la comadreja y al Búho: ambos a dos están conjurados contra tí.
-¡Idiota! -exclamó el Roedor- ¡Mi libertador tú! No soy tan necio.
Y así diciendo, marchó a su madriguera. La Comadreja estaba junto al agujero. Trepó más arriba, y topó con el Búho; ¡peligros por todas partes! Vuelve el Ratón donde estaba cautivo el Gato, y royendo, royendo, suelta una malla, luego otra, y por fin da libertad al hipócrita.
Preséntase en esto el Cazador, y los nuevos aliados emprenden el trote largo, anda que te andarás. Estaban ya a luengo trecho, cuando el Gato observó que el Ratón se mantenía a cierta distancia, receloso y prevenido.
-Hermano -le dijo- ven a mis brazos; tus recelos me ofenden: miras como enemigo a quien es tu aliado. ¿Puedo olvidar que, después de Dios, te debo a ti la vida?
-Y yo ¿puedo olvidar tampoco tu índole perversa? No hay pacto ni tratado que obligue a un Gato a ser agradecido. Tonto será quien fie en una alianza hecha por la dura ley de la necesidad.
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