LAS DOS CABRAS #fabulas #jeandelafontaine #francia #terquedad
Así que pacen las cabras las primeras hierbas, su carácter inquieto les hace probar fortuna; van a buscar los pastos en los parajes menos frecuentados; y si hay algún sitio sin caminos ni veredas, algún peñasco pendiente sobre negro precipicio, aquel lugar prefieren esas damas caprichosas. Nada detiene a este animal trepador.
Fue, pues, el caso, que dos Cabras aventureras, dejando cada cual el prado en que pacían, se dirigían casualmente la una hacia la otra.
Había al paso un arroyo, y sobre el arroyo una tabla, por todo puente. Apenas hubieran pasado por el dos comadrejas a la vez; y aumentaban el peligro lo profundo del cauce y lo violento del raudal. A pesar de todo, una de las Cabras puso el pie delantero en la tabla, y lo mismo hizo la otra.
Me parece ver a Luis el Grande que va al encuentro de Felipe IV en la isleta de la Conferencia.
Así avanzaban, paso a paso y frente a frente, nuestras amazonas, que siendo por igual valientes y altivas, ni la una ni la otra quiso ceder el paso.
Se vanagloriaban, una de ellas de tener entre sus antecesoras a una cabra de singular mérito, que Polifemo regaló a Galatea; y la otra, a la cabra Amaltea, que amamantó a Júpiter. Por no retroceder, sufrieron igual suerte; las dos cayeron al agua.
Y no es nuevo este accidente en el camino de la fortuna.
Comentarios
Publicar un comentario