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Al principio la creación era buena. Ahura Mazda empezó por el cielo y siguió por el agua y la tierra. Creó el Árbol Primigenio sin corteza ni espinas, el buey blanco y luego a Gayomart, el hombre arquetípico.
Las fuerzas del mal atacaron el cielo y la tierra y devastaron toda la creación. De esa victoria del mal, las fuerzas de la vida y la bondad aprendieron la lección de cómo derrotar al espíritu del mal.
Del cuerpo del buey surgieron el maíz y las plantas medicinales, y de la simiente purificada del buey surgieron las diferentes especies animales.
Gayomart encontró la muerte en la primera batalla entre el bien y el mal, pero de su simiente preservada brotó la primera pareja humana, Mashye y Mashyane. Angra Mainyu contaminó sus pensamientos, los obligó a serle fieles y los engañó para que pronunciaran la primera mentira: que el mundo había sido creado por un ser maligno. Ése fue el primer pecado humano y a partir de entonces los hombres perdieron el rumbo en la vida.
Los humanos fueron creados como ayudantes de Dios en la lucha contra el mal. Los humanos y Dios se necesitan. El profeta Zoroastro fue fundamental para transmitir a la humanidad la Buena Religión y devolverlos al camino de su verdadero propósito. Su concepción divina y nacimiento divinos señalaron el comienzo de la era en que el mal sería derrotado.
Las dos fueron obras milagrosas de la divinidad y a lo largo de toda su vida, las fuerzas del mal lucharon por frustrar sus actos de bondad. En su niñez sufrió muchos intentos demoniacos de destruirlo.
Según el Avesta (las escrituras Zoroástricas), los últimos días previos a la derrota del mal serán testigo de la llegada de tres personajes salvadores, o Saishyants, cuya simiente se preserva en un lago. Los dos primeros, Aushedar y Ashedar-mah, traerán la destrucción de parte del mal del mundo. El tercero, Asiva-terata, vencerá toda enfermedad, muerte y sufrimiento, los muertos se levantarán y la creación originaria de Dios será restituida.
El derrocamiento del mal precederá al último juicio de la humanidad. Los malvados serán enviados al infierno, pero no por toda la eternidad, ya que eso contradice con la bondad divina.
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