LA ROUANNE #leyenda #francia #traición

Imagen de Artie_Navarre en Pixabay 

En las silvestres y extensas llanuras que rodean Vingeux, cuando la noche empieza a cubrir de sombras el paisaje, se ve aparecer una mujer sin cabeza.  Viste ricas ropas, y su aspecto es el de una dama noble de la Edad Media; pero causa horror verla con el cuello sangrando y sin cabeza.  Comienza a caminar y pasa sobre los brezos sin que se doblen bajo su peso.  Cuando llega al claro de La Hutte, permanece allí, inmóvil, como si se hubiera trocado en piedra.  A medianoche, del lado de Poniente, llega una urraca negra, cuyos ojos resplandece como dos carbones encendidos.

Viene saltando y trae entre sus garras una cabeza cortada sujeta por los cabellos.  La mujer abre entonces los brazos y corre tras la urraca para recuperar su cabeza; pero el bicho empieza a dar vueltas, sin dejarse coger.  Entonces, por todas las landas se oyen gritos salvajes,, y las alimañas salen de las matas y corren como enloquecidas, formando una ronda infernal en torno a la mujer sin cabeza y a la urraca, que huye de ella.

Una vez, un labrador que, ya tarde, volvía del bosque de Vigneux, pasó cerca del remolino causado por las bestias.  Aunque quiso huir, fue arrastrado y estuvo dando vueltas hasta que amaneció el día.  Los animales, las urracas y la mujer desaparecieron, y el quedó tan agotado, que estuvo más de dos horas sin poder moverse.

Cuando llegó al pueblo contó a los vecinos lo que había visto.  Muchos se asombraron de que hubiera vuelto vivo, y uno de los más viejos contó lo siguiente:

"Yo no he visto nunca a la dama sin cabeza, pero mi abuelo me contó esto, que había oído de su abuelo.  Hace muchísimos años, cuando los ingleses luchaban contra los franceses, vivía en el castillo del Gavre una dama normanda, que era la castellana.  Un día, soldados ingleses sitiaron el castillo, y el cerco fue tan riguroso que nadie podía salir.  Pero como el castillo era una formidable fortaleza, estaba bien provisto de todo lo necesario, y los defensores, mandados por el marido de la castellana, eran aguerridos, éste permanecía incólume, sin que los sitiadores pudieran conquistarlo.  La dama, como era normanda, y no bretona, era partidaria de los ingleses, y meditó una traición.  Mandó un paje, también normando, al campo sitiador, y dijo que les avisara que aquella noche abriría un portillo para que pudieran entrar y sorprender a los defensores.

Los ingleses aceptaron esta proposición, que tan bien les venía para conseguir entrar en el castillo.  A medianoche la dama bajó al patio de armas y se dirigió al portillo que había escogido para dar paso al enemigo.  Los centinelas, ocupados en vigilar la parte exterior, no advirtieron la salida de la dama.  Pero el castellano, que estaba haciendo una ronda, vio a su esposa dirigirse hacia el portillo.

En el acto la siguió, y vio cómo abría la puerta.  A través de la rendija vio el castellano un grupo de enemigos que se adelantaba.  Comprendió entonces el malvado propósito de su esposa, y lanzándose contra ella, la sujetó y cerró la puerta.  Dio voces de alarma, acudiendo soldados, que asaetearon a los ingleses que estaban ocultos en el foso.

Después, delante de todos sus hombres, hizo que el verdugo decapitara a la traidora.  Y no le dio ni tiempo de confesarse; por lo que desde entonces, aparece sin cabeza y corre en vano detrás de la urraca, que siempre la evita.  Así aparecerá hasta el día del fin del mundo".