SAJRA-TICA, LA FLOR DE LA MALDAD #leyenda #inca #atahualpa #ataque
Imagen de Panezo Tenporazzio en Pixabay
En el Perú dorado, la tierra sagrada de los Incas, gobernaba la descendencia solar de Manco-Capaj, el Hijo del Sol
En el Tahuantinsuyo tenía Huaina-Capaj su residencia. Allí vió nacer, de su primera esposa, la hija del rey Ocllo, a su sucesor, Huáscar. Más tarde, su tercera esposa, la hija del rey de Quito, le dio otro hijo, Atahualpa. Descendientes ambos de la estirpe divina, en sus corazones no alentaban, sin embargo, los mismos sentimientos. Huáscar, generoso y noble, ofrecía al Sol sus más devotos homenajes. Atahualpa rendía míseros dones al Padre de los Incas.
Hasta que un día Atahualpa concibió un proyecto criminal. Envió a su hermano Huáscar una embajada y, en ella, con protestas de fraternal afecto, le ofreció unir ambos reinos y fundar un Imperio poderoso: el Imperio del Sol. En él regiría, como único soberano, el Inca. Huáscar aceptó. En la llanura del Cuzco se preparó con magnificencia el lugar en que Atahualpa sería recibido y en donde el rey de Quito haría entrega de su soberanía al Inca. Huáscar se presentó con una reducida escolta.
Pasó un buen rato, y Atahualpa no se presentaba. De pronto apareció, a lo lejos, una masa oscura que avanzaba sobre el llano entre una nube de polvo. Era Atahualpa, que llegaba al frente de un ejército imponente. Un clamor guerrero vibró en los aires. Sorprendido dolorosamente el noble Huáscar por la traición, no intentó siquiera una inútil resistencia.
Pasó un buen rato, y Atahualpa no se presentaba. De pronto apareció, a lo lejos, una masa oscura que avanzaba sobre el llano entre una nube de polvo. Era Atahualpa, que llegaba al frente de un ejército imponente. Un clamor guerrero vibró en los aires. Sorprendido dolorosamente el noble Huáscar por la traición, no intentó siquiera una inútil resistencia.
Los "curacas" y capitanes que le acompañaban pretendieron interponerse entre su señor y los atacantes; pero fueron rápidamente reducidos y conducidos a la capital del Cuzco. Todos sufrieron muerte afrentosa; unos en la horca y otros degollados. El valle verde y tranquilo de Sacsahuana se tiñó de sangre.
Cuando el día iluminó de nuevo la naturaleza, se vio, a orillas de la laguna, una flor roja de diminutos pétalos, eran tan encendido su color que se hubiera dicho empapada de sangre. Cuantos la vieron, aseguraban que jamás habían conocido flor alguna que a ella se pareciera. En recuerdo del crimen que allí se consumó bajo la orden injusta y la desaforada ira de Atahualpa, se dio a la flor el nombre de sajra-tica; "flor de la maldad".
Se la vio crecer abundantemente en la tierra del Perú, siempre, hasta aquel momento, fuerte y feliz.
Se la vio crecer abundantemente en la tierra del Perú, siempre, hasta aquel momento, fuerte y feliz.
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