LA MUJER MUERTA #leyenda #españa #segovia #celos #muerte
Imagen de Khusen Rustamov en Pixabay
En los tiempos remotos cuando las gentes vivían sencillamente, sin que hubiera discordias ni luchas, y las altas montañas que hoy forman la Sierra de Guadarrama aún no existían, y en aquellos parajes había una llanura inmensa y feliz, vivían en estos lugares algunas tribus que ocupaban sus días en el cuidado de los rebaños. Una de esas familias vivía no muy lejos de la actual Segovia. En esa familia había una joven bella por fuera y por dentro, amada por todos por su bondad.
Muchos de los jóvenes intentaban obtener su amistad. Uno de ellos, el mas fuerte, más diestro en los juegos, y el más osado pastor de su ganado, fue el que recibió el afecto de la muchacha. Comenzaron sus amores, tranquilamente. Juntos recorrían los prados buscando un arroyo donde saciar su sed, o una arboleda a cuya sombra descansar, mientras transcurría el tiempo.
Pero no sólo el pastor amaba a la joven, había otros jóvenes. Uno de ellos se dedicó a pasear cerca de la cabaña por donde vivía la muchacha. Como se dio cuenta el pastor de lo que sucedía, nacieron en él terribles celos. El paseo con su amada no le era grato, pues siempre estaba remordido su ánimo por el temor de que el otro, a quien él juzgaba su rival, le suplantara. Poco a poco los celos fueron dando lugar a un deseo de resolver esa rivalidad apoyándose en su fuerza, que tantos triunfos le diera en los juegos y en las competiciones entre los diversos caseríos.
Un día, cuando iba a buscar a su amada, le pareció ver que el otro pastor salía de la cabaña. No era así en realidad, pero el forzudo mozo, sin detenerse a pensar y llevado tan sólo de una tremenda rabia, se lanzó contra el otro, dándole tan fuerte y certero golpe con el cayado, que su rival cayó ensangrentado y gritando socorro. A las lastimeras voces acudió la muchacha, que palideció al ver al caído bañado en sangre, y lanzó un gemido. Entonces, su amado, juzgándola culpable, la golpeó con cruel saña también, haciéndola caer al instante, muerta.
Las familias de los infelices víctimas se unieron para castigar al culpable y vengar la muerte de los inocentes. Aquella paz que hasta entonces había reinado en aquellos contornos, desapareció para siempre. Ya no había sendero seguro, ni bosque que no fuera lugar propicio para la emboscada. Por los sitios en donde antes vagaban los rebaños, ahora corrían grupos armados con toda suerte de herramientas, y al encontrarse con los rivales, se trababan sangrientas luchas.
Un día la pelea se hizo más feroz, en ella tomaban parte casi todas las tribus rivales. Se cruzaban terribles golpes, se oían ayes de dolor o gritos de ira. Mientras tanto, el cielo se iba cubriendo de espesos nubarrones, el aire iba creciendo en fuerza, y al fin estalló una tremenda tormenta. Pero sin hacer caso de la furia de la naturaleza, los hombres seguían empeñados en su lucha fratricida, hasta que de súbito, en un momento cesaron los truenos, una voz estentórea resonó por los campos:
"¡Malditos seáis! Habéis entregado vuestras almas a la ira y a la pasión. Aquella muchacha que murió era inocente, y sólo ella estaba limpia de culpa. Os haré desaparecer, y la bella que murió sin mancha tendrá el más hermoso sepulcro que nunca tuvo mujer."
En aquel momento la tierra empezó a temblar, las breves colinas se levantaban erizadas de rocas, los arroyos torcían sus surcos y se halaban, los arboles se tronchaban. toda la vida, hombres, casas animales, desaparecieron, y una enorme montaña se elevó tomando la figura de una mujer muerta y reposando en tierra.
Segovia con la Sierra de Guadarrama al fondo
Imagen de Elia López G. en Pixabay
De esta manera fueron castigados los asesinos y los fratricidas. La muchacha, bella entre las bellas, tuvo un túmulo monumental: la Mujer Muerta, que se divisa desde Segovia.
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