LA HIERBA DE LA MURALLA #leyenda #belgica #apariencia
Hace mucho tiempo vivía en la ciudad de Kampen una gran cantidad de gente famosa por su habilidad y destreza.
En aquellos días la ciudad estaba cercada por una gruesa muralla, con el fin de defenderla de los ataques de los enemigos.
Un domingo por la tarde, Willem, uno de los más distinguidos habitantes de Kampen, tomando a su hijito de la mano, se fue a dar un paseo. En el camino, Willem encontró a dos amigos, y juntos continuaron su paseo charlando.
Después de haber caminado un rato, llegaron a la muralla de la ciudad, en donde, en su parte más alta, Willem, al levantar la vista, descubrió una lozana hierba que nacía entre las piedras.
-Mirad, amigos -exclamó, señalando hacia arriba-. ¿No es pecado malgastar toda esa hierba?
-¡A fe mía que sí! -gritó uno de sus amigos-. Estoy seguro que no está permitido derrocharla.
Este hombre era conocido en toda la ciudad por su desmedida tacañería, y se decía de él que si fuese posible, pelaría las piedras.
-Pero, ¿ qué haremos con ella? -preguntó el otro amigo.
Willem, durante un minuto, simuló pensar y con cara muy seria declaró:
-Lo que podemos hacer es dejar pacer allí a una vaca.
-Desde luego -respondieron sus amigos.
Llamaron a la gente de Kampen, para que fuera rápidamente a la muralla. Según iban llegando, recibían con alegría la noticia y hacían de Willem, el inteligente ciudadano, muchos elogios.
Todos, excepto Willem, comenzaron a trabajar enseguida. Una viga fue colocada en la parte superior de la muralla y en un extremo ataron una polea. Mientras unos hacían esto, otros fueron en busca de una vaca.
Después pasaron por el cuello de la vaca un nudo corredizo de una cuerda y el extremo de ésta lo pasaron por la polea.
Todos los hombres, excepto Willem, tiraban de la cuerda. Ya habían logrado subir al animal hasta la mitad del muro cuando la vaca sacó la lengua.
-¡Mirad, mirad! La vaca tiene un excelente apetito -gritaba el pueblo de Kampen-. Seguramente nunca ha comido una hierba tan fresca como ésta.
Cuando, finalmente, después de mucho trabajar, el "inteligente" pueblo había subido la vaca a lo alto de la muralla, se dieron cuenta de que la habían estrangulado. La pobre vaca no volvió a comer más hierba.
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