TILDA #leyenda #francia #amoreterno #desdicha
En la pequeña colina que hay entre Clermain y Matour se erguía un castillo feudal que habitaba el barón de Maslefort. La hospitalidad de su dueño hacía que a menudo se sentase a su mesa buen número de caballeros, atraídos por la belleza de su hija Tilda.
Grande era el cortejo de sus pretendientes; más ninguno podía vanagloriarse de que Tilda le hubiese dado la menor esperanza. A todos oía cortés, pero fríamente.
Cerrada la noche, cuando todo dormía en el castillo, se oía una canción de amor, y Tilda, que la esperaba ansiosa, bajaba en un vuelo, y saliendo por una puerta secreta, pronto se reunía con su galán. Era Gastón, un joven aldeano enamorado de Tilda casi desde niño, que día tras día le había cogido flores y cantado las más lindas canciones para ofrecérselas a ella, y que al fin había conseguido que la joven correspondiese a su amor con verdadera pasión, y ambos pasaban dulces horas de coloquio amoroso.
Llagó el momento en que Gastón tuvo que partir para la guerra, lejos, muy lejos. Pasaron días y meses sin que de él llegara noticia ninguna.
El barón de Maslefort se cubría de canas, con la amargura de ver que su hija desdeñaba a todos sus pretendientes. En vano trataba de buscar para ella los más esforzados guerreros, los caballeros más ilustres; todos recibían de la bella Tilda la misma respuesta.
Pasaron tres años. El barón se hallaba enfermo y dijo a su hija que la maldeciría si no aceptaba como esposo a su primo, el barón de Combernón. La joven, cada día más pálida y triste, como viera morir a su padre y hubiera perdido toda esperanza en la vuelta de Gastón, se casó con su primo.
Pasaba el barón de Combernón muchos días de caza. Su joven esposa vivía triste en el castillo, pues su pensamiento no se apartaba de su amado. De vuelta de una de sus cacerías, descansaba una noche en profundo sueño el esposo, cuando se oyó una canción de amor. Sus primeras sílabas produjeron en Tilda tan fuerte estremecimiento, que el barón se despertó. Asombrado al oír una canción de amor al pie de su balcón, saltó de la cama para ver quién era el osado. Espantada, la joven corrió tras su esposo, gritando:
-¡Gastón, Gastón!
Nadie contestó. Cuando llegó al patio vio los cadáveres de los dos hombres. Cogió entre sus brazos a Gastón: su rubia cabeza resplandecía a la luna. Nunca jamás había olvidado a su amada, y armado capitán y enaltecido por su valor, venía a reunirse con ella; pero había llegado demasiado tarde. Tilda, traspasada de dolor, cogió el puñal de Gastón y se lo clavó en el corazón.
Cuentan que, no pudiendo separar los cuerpos de los jóvenes tuvieron que enterrarlos juntos. En el lugar donde cayeron muertos erigieron una cruz, cuyos restos han durado hasta hace unos sesenta años. De vez en cuando se oye una voz que dice:"¡Gastón, Gastón!". Es el alma de Tilda que busca el perdón de su novio.
Comentarios
Publicar un comentario