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Los indios norteamericanos siempre creyeron que todo en la naturaleza está poblado por un poder misterioso.  Para los Algonquinos (el pueblo nativo más expandido y el primero que entró en contacto con los colonizadores europeos), Gitchi Manitú es el más grande de esos poderes.  Aunque Gitchi Manitú creó el cielo, la tierra, los seres humanos, los animales y las plantas, dejó buena parte del proceso de la creación en manos de deidades secundarias como Nanabusch.

Uno de los primeros regalos de Nanabush a la humanidad fue la Mide, la más sagrada de las ceremonias, probablemente fundada después de la muerte del hermano del dios.

Nanabush era el mayor de unos cuatrillizos.  Mató al más pequeño, probablemente porque fuera responsable de la muerte de la madre. El tercer hermano partió para convertirse en un gran hechicero y Nanabush convivió con el segundo hasta que, envidiosas, las deidades lo ahogaron.  Inconsolable, Nanabush atacó con tanta violencia a los asesinos que se vieron obligados a revelarle los secretos de la ceremonia sagrada (Mide).

Los poderes de la ceremonia de la Mide permitieron la resurrección del hermano ahogado y su conversión en jefe de los infiernos.  Los practicantes humanos de la Mide creían que consolaban a Nanabush en su tristeza.

Una orden secreta de iniciados llevaba a cabo el rito de la Mide en una tienda oval, específicamente construida para este fin.  Su conocimiento abarcaba la magia y la curación y decían que Nanabush les había revelado todos esos secretos para poder impedir que el hambre y las enfermedades acabaran con sus seguidores.

Una tribu tras otra prohibió la Mide, lo que indica que los iniciados utilizaron los poderes concedidos por el dios para fines malignos más que benignos.

Probablemente Nanabush no se sintió molesto por estas historias, pues era un personaje contradictorio, cuya codicia y engaños lo arrastraron a menudo al desastre.