" LEYENDAS DE ESPAÑA Y DEL MUNDO"

Un Marido muy enamorado, muy enamorado de su Esposa, aunque era feliz, se creía desgraciado.  Jamás miradas cariñosas, palabras halagüeñas, ni dulces sonrisas habíanle hecho comprender que era verdaderamente amado.  No me extraña; al fin era Marido. En lo que depende de Himeneo, no tenía motivo alguno de queja.  Pero si el amor no aviva los placeres conyugales, no son estos cumplidos.  La Esposa de nuestra Fábula era dcomo Dios quería, y nunca tenía caricias para su Marido.  Quejábase él una noche, cuando interrumpió sus querellas un Ladrón. La pobre Mujer tuvo tal pasmo que buscó amparo en los brazos de su Esposo. -¡Bendito ladrón! -exclamó éste-, ¡sin tí no hubiera probado tan gran ventura!  Toma en pago todo lo que te plazca; llévate toda la casa. Los Ladrones no son gente escrupulosa ni encogida; aquel hizo su agosto. Infiero en este cuento que no hay pasión más poderosa que el miedo; vence a la aversión, y al amor algunas veces; aunque también hay caso...

En una nube que flotaba sobre el mar vivían dos espíritus malignos.  Cuando llegaron cerca de la isla Hao vieron entre las olas el rostro de una mujer.  Era Takua, que nadaba entre la espuma de las olas buscando algo de comida. Los dos espíritus la envolvieron entre sus brazos de sombra y, por un instante, la llevaron a un país lejano sin vida.  Allí, penetraron en su cuerpo y le robaron el hijo que llevaba en su seno.  A partir de ese momento, Takua nunca más se quedaría embarazada.  Después, en el silencio, la mujer regresó a la vida entre las olas y los dos espíritus se alejaron en su nube. A partir de entonces, el niño robado fue criado por el mar hasta que pudo vivir solo.  Los espíritus lo llamaron Tahoratakarar y con la espuma y la sombra construyeron una gran nave negra para él.  Era Mahina, atada con hilos invisibles a los misterios del más allá.  Navegaba de noche y los hombres sentían el viento que se respiraba entre sus velas.  Se...

Entre los escondrijos del Pirineo, se esconden nuestra fabla, nuestras tradiciones, nuestras leyendas, y allí es donde hay que ir a encontrarlas. Formigal en aragonés significa "hormiguero".  No obstante, al visitarlo, queda sorprendido por la ausencia de hormigas.  Sobre todo, de hormigas blancas que en tiempos muy lejanos, debían de abundar por allí. Peña Foratata Entre Formigal y Sallent de Gállego destaca una de las peñas más emblemáticas de nuestro Pirineo, con su silueta de doble punta, reflejándose en el lago artificial de Lanuza.  La Peña Foratata.  Los que la han escalado aseguran que está casi hueca.  Una boca, en su cima, parece la entrada del mundo del más allá: un volcán que nunca ha tenido erupción: la puerta del centro de la tierra, forjando la leyenda. Anayet y Arafita, eran tal vez los dioses más pobres de la montaña.  Les habían despojado de sus pinares y abetales. En sus umbrías ya no se encontraban ni siquiera fresas o chordones.  H...

Cuatro distintos animales, el Gato hurta-quesos, el tétrico Búho, el roedor Ratón y la señorita Comadreja, de esbelto talle, todos ellos malignos y perversos, frecuentaban el tronco medio podrido de un pino viejo y selvático.  Tanto lo frecuentaban, que cierto día tendió allí sus redes un cazador. El Gato, muy de madrugada, salió del escondite para ganarse la vida.  Las últimas sombras de la noche no le dejaron ver la red, y cayó en ella.  Creyéndose morir, maullaba lastimero, y al oírlo acudió el Ratón.  ¡Qué desesperación la del uno!  ¡Qué alegría la del otro!  ¡Como que veía atrapado a su mortal enemigo!  El infeliz Gato exclamó al fin:   -Amigo carísimo: bien veo cuánto me aprecias, y bien sabes tú cómo te correspondo.  Ayúdame a escapar de este lazo, en el que me hizo caer la ignorancia. Razón tenía al apreciarte y quererte como a las niñas de mis ojos.  No me arrepiento de ello; antes bien, doy gracias a los dioses.  Iba ...

La reina de los elfos llegó al castillo del cabarrero Byrting.  El caballero tenía cerrada su puerta.  La reina de los elfos llamó a la puerta. -¿Quién llama? -dijo el caballero. Ella repuso: -Levántate, Byrting, y déjame entrar. El no quiso abrir de noche, por temor a los espíritus, y la Reina con sus manos blancas, con sus dedos finos, abrió la puerta.  Se sentó al borde del lecho del caballero, jugando lcon sus suaves cabellos.  Byrting se levantó y se apoyó contra la pared. -Escucha, Byrting; mañana vendrás al reino de los elfos. Al día siguiente, amaneciendo, Byrting montó a caballo y salió del castillo.  Al pasar por el puente de los elfos, su caballo, herrado de oro, se encabritó.  El caballo nadó y alcanzó la orilla, pero Byrting fue retenido; era la Reina de los elfos, que le había cogido de la mano. La Reina lo llevó a su palacio y lo sentó en un trono de oro.  A una sirvienta dijo: -Ve y tráeme una copa de vino. Y trajo la sirvienta una copa...

En las heladas tierras de la península de Kamchatka vivía un pobre pescador en una cabaña que era una especie de pozo excavado en el suelo revestido de troncos de árbol.  El techo estaba cubierto por una capa espesa de hierbas. Un día, mientras se preparaba para salir a pescar, se sintió mal y se desmayó.  Algo o alguien le transportó al océano y, mientras flotaba entre las olas, oyó una voz. -El Señor del Mar te concederá el don de la magia y tu nombre de ahora en adelante será Huottaria, el Zambullidor -le dijo una voz. Tras aquellas palabras, estalló una tormenta y el  Zambullidor se encontró ante una isla altísima.  Empezó a escalarla, pero tuvo que llegar a la cima para descubrir huellas de vida.  En la cima, sentada sobre una roca, había una mujer completamente desnuda: era la reina del Mar.  El Zambullidor permaneció unos instantes inmovilizado. -Ven.  Sorbe de mi pecho.  Te dará fuerzas para realizar el viaje que te espera -habló la mujer....

Varios siglos antes de Cristo, vivía en China un gran emperador: Che Huang-ti.  En cuanto asumió el poder, construyó un suntuoso palacio en el que vivían todas sus mujeres, cada una de ellas en sus propios aposentos.  En el palacio se hallaban las campanas y tambores de los ejércitos derrotados; tenía un paso elevado que pasaba por encima de la Vía Láctea y permitía que el emperador fuera de una constelación a otra. Sus trescientos sesenta y cinco palacios, uno para cada día del año, estaban unidos por túneles secretos.  Che Juang-ti podía desplazarse entre ellos sin ser visto.  Nadie debía saber jamás dónde se encontraba.  De esta forma, los dioses inmortales podrían entrar en contacto con él en cualquier momento sin ser perturbados por presencias extrañas. Che Juang-ti estaba muy orgulloso de sus relaciones personales con los dioses.  Quería convertirse en uno de ellos, quería ser inmortal. Un día, decidió convocar a todos los magos de China para que le a...

En la entrada del puerto de Bugia hay un grupo de rocas sumergidas de las que se cuenta una leyenda extraña. Un joven pastor beréber sacaba a pastar las ovejas de su padre por la escasa vegetación de las colinas costeras.  Un día, cuando estaba a punto de llevarlas al corral, se le acercó el terrible Hombre de las Cavernas. -¿No tienes nada que darme para comer? -le preguntó. El pastorcillo lo miró estupefacto. -Tú, que eres el enemigo de todos los rebaños, ¿acudes precisamente a mí para que te dé de comer? -respondió el pastor. -Quien fue tu enemigo ayer puede convertirse en tu amigo mañana.  Tengo mucha hambre.  Ayúdame -dijo con insistencia el Hombre de las Cavernas. El joven pastor, conmovido y al mismo tiempo atemorizado, le dejó matar una oveja.  Pero cuando al anochecer llevó el rebaño al corrar, su padre se dio cuenta que faltaba una. -¿Dónde está la oveja que falta? -preguntó. -Se quedó rezagada y el Hombre de las Cavernas se la ha comido -le respondió su hi...

Corrían los tiempos en los que en el Árbol de la Vida, que crecía solitario en mitad del océano, sólo  había  dos pájaros: un calao macho y un calao hembra.  Eran negros, tenían cola y patas blancas, y un pico largo y curvo.  La hembra estaba apoyada en las ramas más altas y el macho un poco más abajo. Sin embargo, un día se pelearon.  Estaban devorando los brotes del árbol y pasaban de una rama a la otra, con las grandes alas semiabiertas y las garras sacadas, de modo que terminaron por estropearlo.  El árbol perdió todas sus yemas. Las yemas cayeron entre las olas donde el agua las transformó en un barco de oro.  Los dos pájaros enemigos no se dieron cuenta y continuaron peleando hasta que el árbol terminó herido hasta en sus fibras más íntimas.  Volaron trozos de madera preciada hacia el cielo del Norte y hacia el del Sur, pero terminaron cayendo a las olas puesto que éstas se extendían hasta la infinidad.  A su vez, los trozos de madera s...

En el principio sólo existía Okun, el mar, que era una masa de agua que se extendía en todas direcciones.  Encima estaba Olorum, el cielo.  Ambos existían desde siempre y eran dueños del mundo. Olorum, el cielo, tenía dos hijos: Orisala, el mayor, y Odudua, el más joven.  Un día, Olorum llamó a Orisala. -Toma este pollo de cinco dedos y este poco de tierra, baja a las profundidades del mar y crea el mundo -le dijo el padre. -Si padre -respondió Orisala. Dicho esto, se puso en camino.  Fue un largo viaje a través de laberintos de nubes que obstaculizban las sendas del cielo.  Hasta que Orisala acabó perdiéndose.  Dio vueltas y más vueltas por un bosquecillo de palmeras y, cansado, se detuvo a descansar.  Mientras dormía, apareció a su lado un odre de vino.  Un sorbo tras otro, el odre pronto quedó vacío y Orisala acabó ebrio.  Entonces, se durmió y olvidó completamente la misión que le había encargado su padre.  Pero éste, que lo estaba v...

Iurata era la hija de Perkunas, el rey de los océanos.  En realidad, era ella quien gobernaba el reino marino porque Perkunas era anciano y prefería vivir alejado de los problemas.  Así que la muchacha vivía en un palacio submarino donde velaba por todos los animales del océano. Un día, el viejo cangrejo de la costa fue a verla y le pidió respetuosamente una audiencia privada.  Iurata se la concedió y, cuando estuvieron a solas, el cangrejo empezó a narrar una extraña historia. -Mientras estaba en la playa, medio enterrado bajo la arena, aparecieron unos hombres que se sentaron junto a mí.  No notaron mi presencia y empezaron a hablar entre sí.  Hablaron de una nueva red, fabricada por un tal Kastytis que, según decían, daría resultados extraordinarios.  Decían que estaba fabricada de tal modo que ningún pez podría escapar. Iurata miró al anciano cangrejo como si tratara de confirmar lo que había oído, después le dio las gracias  por haberla avisado y ...