ALTEA Y ENEO #leyenda #grecia #ira #venganza
Los reyes de Calidonia, Eneo y Altea, tuvieron un hijo llamado Meleagro. Una noche, las Moiras, las tres diosas del destino, entraron en la habitación de la reina que dormía junto a su hijo.
Cloto se acercó a la cuna y dijo:
-¡Este niño será bueno y generoso!
Luego, Láquesis profetizó:
-¡Será fuerte y valiente!
Finalmente, Átropos señaló el fuego y dijo:
-¡Este niño vivirá mientras ese tizón no se convierta en ceniza!
La reina se levantó de la cama y se precipitó sobre aquel tizón, ya medio consumido; lo sacó del fuego, lo apagó y lo ocultó en un cofrecito.
¡Nadie debía saber el terrible secreto del cual dependía la vida de su hijo!
Un verano, el rey Eneo se fue de viaje y olvidó ofrecer a Artemisa las primeras cosechas. Cuando regresó encontró sus tierras desoladas. Artemisa había enviado un feroz jabalí que devastaba los campos, arrancando los árboles y destruyendo los frutos. Meleagro pidió a su padre que organizara una batida para cazar ese animal y librar al país de tan terrible castigo. El rey hizo venir cazadores de todas partes. Pero fue Atalanta, una joven e intrépida cazadora quien alcanzó al jabalí con una flecha y lo mató. Meleagro se alegró mucho.
En la batida habían participado también los hermanos de la reina (tíos de Meleagro) que eran malvados y envidiosos. Viendo que el trofeo de la victoria se entregaba a una mujer, protestaron violentamente. Meleagro se lanzó contra ellos, y cegado por la ira, mató a sus tíos.
Cuando la reina Altea se enteró, se enfadó mucho. Pensó en la escena de las tres Moiras junto a la cuna del niño, e impulsada por el enojo, corrió hacia el lugar donde tenía oculto el cofrecillo, sacó el tizón y lo arrojó al fuego. En pocos minutos, las llamas lo consumieron.
En aquel instante murió Meleagro, Atalanta, dolorida y triste, abandonó inmediatamente Calidonia y regresó a su país.
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