CUCHULAINN #leyenda #irlanda #héroe

Los padres de Cuchulainn fueron el dios del sol Lugh y Dechtire, esposa de un jefe del Ulster. Lugh se presentó ante Dechtire en un sueño la noche de su boda y convirtió a esta mujer y a cincuenta criadas en una bandada de pájaros. Luego las guió a un sitio encantado donde permanecieron tres años. Al regresar, Dechtire convenció a su marido mortal para que aceptara como propio el hijo que había tenido.


El niño era Cuchulainn, que se convirtió en un apuesto joven de elevada estatura y alegría extraordinaria. En el campo de batalla, el aspecto de Cuchulainn sufría un cambio terrible, su cuerpo temblaba espantosamente, se le daban la vuelta los talones y las pantorrillas, un ojo se le hundía en la cabeza mientras el otro sobresalía enorme rojo en el pómulo; era capaz de sujetar la cabeza del adversario con sus mandíbulas; la cabellera se le erizaba como si fuese espino y en la punta de cada pelo aparecía una gota de sangre, y de su coronilla surgía una densa columna de sangre cual el mástil oscuro de un barco.

Muy joven Cuchulain se ganó ese nombre "sabueso de Culann". Llegó tarde a la residencia de Culann, dios herrero, y fue atacado por el gran sabueso que protegía la puerta. Cuando Culann se enteró de que el héroe había matado a su perro, quedó fuera de sí de ira hasta que Cuchulainn se ofreció a hacer las veces de sabueso mientras se adiestraba a otro can.


Los antiguos héroes de Irlanda eran feroces cazadores de cabezas, osados ladrones de ganado y grandes comensales. Aunque sus combates tuvieron lugar a nivel sobrehumano, nadie osó retar a Cuchulainn, que siempre fue el que se cobró más cabezas: el panegírico del guerrero. Es posible que la caza de cabezas se relacionara con la creencia según la cual la cabeza era el centro del espíritu de una persona y, por consiguiente, un trofeo que se conservaba en aceite y que se ostentaba ante los enemigos. Existen relatos de guerreros que no aceptaron desprenderse de una cabeza ni siquiera a cambio de su peso en oro.

Escocia

Entre sus múltiples aventuras, Cuchulainn se enamoró de Emer, hija del astuto jefe Forgall. Este no quería que Emer contrajera matrimonio con el héroe y por eso lo envió a Escocia para que recibiera instrucción de un célebre guerrero.


Cumplido el adiestramiento y después de vivir muchas aventuras, Cuchulainn regresó y reclamó la mano de Eer, pero Forgall se la negó. El encolerizado héroe mató a Forgall y a muchos de sus acólitos hasta que por fin Emer se convirtió en su esposa. Aunque otras mujeres se enamoraron de Cuchulainn, Emer siempre logró recuperar su afecto.

En una ocasión en que su enemigo estaba demasiado asustado para hacerle frente, las mujeres consiguieron enfriar el frenesí bélico de Cuchulainn. El héroe daba vueltas en torno a la gran fortaleza de Emain Macha en su carro de guerra adornado con cabezas, reclamaba sangre y sembraba el terror en los corazones de cuantos lo oían. De Emain Macha salieron varias mujeres desnudas que portaban tres cubas de agua fría. Turbado el héroe desvió la mirada y de inmediato las mujeres lo metieron en las cubas. La primera estalló, la segunda hirvió y la tercera se calentó mucho. De esta manera Cuchulainn fue repelido y la fortaleza se salvó.

Cuchulainn fue famoso, sobre todo por su defensa individual del Ulster contra las fuerzas combinadas del resto de Irlanda. Rechazó una y otra vez a los invasores, pero la valentía y la fuerza del héroe no fueron suficientes para repeler a Mortigan, diosa de la guerra. La indiferencia de Cuchulainn ante sus insinuaciones amorosas selló su destino. Fue atacado por incontables enemigos, y en los últimos instantes de la lucha estaba tan agotado que tuvo que atarse a una roca.

 Los enemigos lo descuartizaron y sólo se atrevieron a tocar su cadáver después de que Mortigan se posara sobre él convertida en cuervo.