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Héroe timador de las leyendas micronesias.  Olofat dio a la humanidad importantes regalos, como por 

ejemplo el fuego.  Según los habitantes de las islas Carolinas, Olofat era hijo del dios del cielo Lugeilan

y de una mortal.  Como su madre había experimentado una concepción mágica, el joven Olofat decidió

visitar los cielos en una columna de humo para reivindicar los vínculos con sus parientes celestiales.

Los habitantes del cielo, no se alegraron de ver a Olofat y estalló una guerra prolongada y llena de 

acontecimientos.  El héroe fue asesinado, pero su padre, Lugeilan, lo resucitó.  El dios del cielo

también obligó a las demás deidades a que hicieran lugar a su hijo y posiblemente, como consecuencia

de la reconciliación, Olofat se convirtió en dios del fuego.

Parece que Lugeilan mostró por Olofat más interés que la mayoría de las deidades por sus hijos

semidivinos.  Olofat no sólo venció a la muerte, sino que fue adorado por los hombres en su papel de 

mediador ante Lugeilan.

Las artimañas de Olofat provocaron un aventuras, equívocos y confusiones.  Aunque interpretó para los

hombres las órdenes de Lugeilan, no pudo dejar de añadir sus propios trucos y trampas, algunas, con 

consecuencias como dotar, involuntariamente, de afilados dientes al tiburón.

Mientras que el gran regalo de Olofat a los primeros habitantes de la tierra fue el fuego, Lugeilan les

ofreció el conocimiento de las tres artes: el tatuaje, el peinado y la labranza.  Los habitantes de las

islas Carolinas sostienen que entre el padre y el hijo crearon la sociedad humana.