MELUSINA #misterio #leyenda #francia
En un suntuoso castillo, en Poitou, en Francia, vivía un noble caballero, señor de Luisiñan, que gobernaba sus dominios con rectitud y justicia, por lo que sus vasallos y siervos sentían respeto por él.
Paseaba un día por sus dominios, atravesando un frondoso monte, cuando al llegar cerca de una pequeña laguna vio, en la orilla, una muchacha de extraordinaria belleza. Quiso acercarse a ella; pero huyó entre la espesa vegetación, sin que el señor pudiera seguirla. Quedó tan impresionado por la muchacha, que no pudo apartarla de su imaginación, impidiéndole conciliar el sueño. Desvelado, pensó volver en su busca.
A la mañana siguiente volvió al mismo sitio y esperó a que apareciera. No tardó en presentarse ante su vista, la mujer. que se sentaba a la orilla del lago para peinar su espléndida cabellera. Con gran ligereza corrió el señor de Lasiñán a su lado, y la sorprendió cuando pretendía huir; La cogió de un brazo mientras le preguntaba:
-¿Cómo os llamáis? No sé quién sois; pero vuestra belleza me ha cautivado hasta tal punto, que quisiera que fuerais mi esposa.
-Mi nombre es Melusina -respondió- y os ruego me concedáis unas horas para pensar la contestación que os he de dar.
Se lanzó al lago, y desapareció misteriosamente entre las aguas.
Al tercer día acudió el enamorado señor a esperar junto al lago a la extraña mujer, anhelando saber la contestación. Pronto acudió ella y le dijo:
-Acepto muy a gusto ser vuestra esposa, pero con una condición. Nunca intentéis verme en sábado, porque ese día recobro mi condición sobrenatural.
El caballero se comprometió solemnemente a cumplir la condición impuesta, y la llevó a su castillo, donde se celebraron sus bodas.
Fueron muy felices en su matrimonio, porque se amaban apasionadamente, respetándose mutuamente. Melusina pasaba ese día encerrada en su habitación, oculta a todas las miradas, porque ese día, recobraba su ser mixto de mujer y de serpiente.
Tuvieron varios hijos, varones y hembras, y todos vivían dichosos en aquel lugar modelo, sin sombra alguna que empañara su felicidad.
Pasó el tiempo, y el señor empezó a sentir una curiosidad invencible de contemplar a su esposa en sábado. Trataba de dominarse, pero su débil voluntad iba dejándose vencer por aquel impulso, hasta que un sábado, cuando su esposa se hallaba encerrada en su estancia, él se acercó, muy despacito, de puntillas, y miró por el ojo de la cerradura y vio en efecto, a su esposa, cuya mitad superior era mujer y y la inferior era una larga serpiente. Ella se dio cuenta de que la estaba observando, y lanzó tristes gemidos, doliéndose de su desgracia, causada por la curiosidad de su esposo.
Desapareció de la casa, sin que el marido pudiera evitarlo, y nunca más se volvió a saber de su paradero, a pesar de las numerosas pesquisas que se hicieron para encontrarla. El señor ordenó a todos sus vasallos que recorrieran los dominios en busca de su esposa, pero todo resultó inútil, porque nadie la volvió a ver.
Únicamente se aparecía, de vez en cuando, en el castillo, como un fantasma, para anunciar alguna desgracia y dejar consternados a todos los que la veían.
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