HUITZILOPOCHTLI #leyenda #azteca
El sacrificio azteca consistía en arrancar el corazón del cuerpo vivo y ofrecerlo al sol. Así se pretendía garantizar la lluvia, las cosechas y el éxito en la guerra. El despellejamiento también era una forma popular de sacrificio. Por algún motivo, probablemente relacionado con la reproducción, las víctimas preferidas por Huitzilopochtli eran los niños.
Como en la mayoría de las deidades aztecas, por la noche Huitzilopochtli cambiaba, se convertía en huevos, y por la mañana retornaba al mundo. Los atributos del dios, el colibrí y el fuego, son semejantes a los de Xochipilli, dios desollado de las flores y señor de las almas. A ambas deidades se les atribuían poderes sobre el ciclo agrícola. Al madurar el maíz, Xipe Totec (joven dios del sol) se fundía con Huitzilopochtli.
Huitzilopochtli era representado como un hombre azul, totalmente armado y ataviado con plumas de colibrí. La diosa serpiente Coatlicue (diosa de la tierra) lo concibió cuando del cielo cayó una bola de plumas que en entró en contacto con su seno.
Los numerosos hermanos y hermanas mayores del dios, convencidos de que su madre los había deshonrado al quedar mágicamente embarazada, tramaron la muerte de Coatlicue. El niño nonato la tranquilizó y, cuando los hijos la atacaron, Huitzilopochtli salió plenamente formado del seno de su madre y la defendió.
Huitzilopochtli mató a su hermana Coyolxauhqui (cascabeles de oro) y a sus demás hermanos y hermanas estelares; luego regresó con Coatlicue, que comentó lo mucho que lamentaba la violencia desatada. Para distraer a su madre, el dios cortó la cabeza de Coyolxauhqui y la arrojo a los cielos para que se convirtiese en la luna.
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