JUANA DE ARCO #hambre #dolor #visión #lucha #prisión #muerte #leyenda #francia
Triste y penosa pasaba su infancia Juana de Lorena, a causa de los malos tratos que su madrastra le prodigaba. De sol a sol cuidaba los rebaños, para comer tan sólo le daba unos mendrugos de pan con un casco de cebolla o alguna corteza rancia de tocino, a pesar de esto, cuando veía un mendigo, Juana compartía con él lo poco que tenía para comer.
Aunque llevaba una vida mísera, Juana sentía alegría de pasar, todas las mañanas, un rato en la iglesia rezando a los santos y a la Virgen. Siempre asistía a misa, y mientras ella faltaba de estar con el rebaño, las ovejas no se extraviaban, permaneciendo acostadas.
Cuando la niña llegó a los quince años, empezó a tener visiones de santos, y en especial de Santa Margarita y Santa Catalina, las cuales le ordenaban que dejase sus rebaños, que se presentase al rey, le pidiese soldados y marchase a Orleáns a luchar contra los ingleses. Le decían que allí debía permanecer dos años, durante los cuales ellas la asistirían y, transcurrido este tiempo, debía volver con sus rebaños. Comprendió Juana que su deber era obedecer las órdenes de las Santas, y marchó a ver al rey, quien ni siquiera llegó a escuchar totalmente a la niña, y riéndose de sus ingenuas pretensiones la mandó a su pueblo a cuidar de sus rebaños.
Transcurrieron algunos días, cuando volvieron a aparecérsele Santa Catalina y Santa Margarita, para insistir en que debía luchar contra los ingleses. Mucho trabajo costó a Juana volver a la corte a ver al rey, pues pensaba que ni siquiera la recibiría; pero se presentó de nuevo ante el monarca y le pidió soldados para ir a luchar contra los ingleses. Entonces el rey dijo que ya que eran las Santas quienes la enviaban, si hacían un milagro, le daría gentes para ir a luchar. Hizo Juana el milagro y el rey cumplió su palabra.
Armada como un caballero, se dirigió hacia Orleáns en cuyas cercanías dio la primera batalla a los ingleses; después consiguió echarlos de varias poblaciones que habían ocupado. En vista de aquellos triunfos, los soldados luchaban con redoblado brío a las órdenes de la joven doncella.
Un día que Juana cayó prisión era de los ingleses. Ya habían pasado los dos años de plazo fijados por las Santas Margarita y Catalina. Era tan considerable el servicio que Juana había rendido a su patria, que el rey pagó por su rescate una elevada suma. Decidió entonces Juana volver a su pueblo, pues tomaba aquel incidente como un aviso de las Santas, pues habían transcurrido los dos años en que ellas velaban por la doncella.
Todos le rogaron que siguiese al frente de sus tropas, con las que tantos laureles había conquistado. Volvió a luchar contra los ingleses, pero a los pocos meses fue herida, y de nuevo cayó prisionera. Entonces, al intentar rescatarla, pidieron por ella una suma tan elevada que el rey. olvidando los grandes triunfos de Juana, no se decidió a pagarla.
Fue condenada a morir quemada viva. Dicen, que de entre las llamas de la hoguera, mientras su cuerpo ardía, salieron dos palomas blancas: una era su alma y la otra el espíritu de su ángel guardián
Comentarios
Publicar un comentario