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Según cuenta una leyenda cheroqui, una vez el calor del sol fue tan intenso que el pueblo decidió matarlo, pero desgraciadamente mataron a su hija por error. El sol se quedó tan destrozado por su pérdida que decidió que tenía que encerrarse, por lo que el mundo se volvió oscuro y frío.

Temiendo que la tierra muriera, el pueblo decidió resucitar a la hija y fue a rescatarla de entre los muertos. Casi lo logramos, pero en el último momento, se escapó de ellos.

EL SOL Y SU HIJA

Cuando el sol era joven, tuvo un amante que lo visitaba solo por la noche y se negaba a que le viera la cara. Una noche cogió ceniza y la frotó por la cara de su amante para poder identificarlo después. A la noche siguiente, cuando su hermana la luna ascendía al cielo, el sol se dio cuenta, con horror, de que tenía el rostro manchado. La luna estaba tan avergonzada que desde entonces se aleja del sol todo lo que puede.

El sol brillaba con tanta intensidad que nadie podía mirarlo sin hacer muecas, pero a la luna le sonreían. Celoso y furioso, el sol empezó a arder cada vez más, hasta que el pueblo empezó a morir por el calor. Su desesperación fue tal que decidieron matar al sol.

El sol vivía al este de la bóveda celeste, y su hija vivía en el centro. Todos los días, cuando el sol recorría el arco del cielo hacia el oeste, se detenía en casa de su querida hija para comer. El pueblo lo sabía, por lo que decidió aprovechar esto como parte de su plan para matarlo.

Dos hombres se convirtieron en serpientes, la Culebra que se Extiende y la Víbora Cobriza, y fueron a esperar al sol a la puerta de la casa de su hija. Pero al día siguiente, cuando llegó, su luz era tan cegadora que la Culebra que se extiende no pudo morderla y solo le lanzó un cieno amarillo y la Víbora Cobriza solo pudo irse arrastrándose.

LA MUERTE DE UNA HIJA

Pero el pueblo no se rindió. Un tercer hombre se convirtió en la Serpiente de Cascabel y un cuarto en la gran serpiente Uketena, cuya sangre era venenosa y su mirada era mortal, por lo que parecía el candidato perfecto para matar al sol.

Las dos serpientes fueron a la casa de la hija a esperar, pero cuando la puerta se abrió, la Cascabel se lanzó hacia delante a ciegas y atacó a quien estaba allí, que era la hija del sol. Murió al instante.

El sol se apenó mucho por su hija y se encerró, por lo que el mundo perdió toda la luz y el calor. El pueblo juró rescatar a la hija de la Tierra de la Oscuridad. Fueron hasta allí y la encontraron bailando con unos fantasmas. La capturaron y la metieron en un caja, pero se les advirtió que no debían abrirla. 

 Primero les dijo que tenía que comer y luego que se moría de sed. al final, les dijo que no podía respirar, así que abrieron la tapa de la caja, solo un poco. Se oyó el sonido de un aleteo y el grito de un petirrojo y algo salió volando de la caja. La hija del sol se había convertido en un petirrojo y se había ido volando.

Cuando los hombres regresaron sin la hija, el dolor del sol se hizo inmenso, y lloró tanto que inundó la tierra. Todos trataron de animarlo, pero sólo empezó a sonreír cuando un tamborilero experto empezó a tocar con un ritmo animado.

El mundo volvió a llenarse de luz, y desde entonces, el calor del sol nunca ha cambiado, pero aún no puede mirarlo nadie sin hacer muecas.