LA RAPOSA Y EL LOBO PESCADOR #FÁBULA #ESOPO #GRECIA
Estando una raposa comiéndose un pescado cerca de un río, llegó un lobo hambriento y pidió le diese parte de él. La raposa le dijo:
-Señor, no me hables de eso, porque no te sería decoroso que comieses de las sobras de mi mesa; no quiera el cielo que te abandones en tanto grado. Oye, pues, un consejo que quiero darte. Trae una cesta y te enseñaré a pescar, para que cuando te falte la caza, al menos no te falte pescado para alimentarte.
Oyendo estas razones el lobo, se fue al primer lugar, hurtó una cesta bien grande y la llevó donde la raposa, quien la ató a la cola del lobo, y le dijo que que entrara en el agua y fuera delante arrastrando la cesta, mientras ella iba detrás moviendo los peces. El crédulo lobo entró en el río con su cesta atada al rabo, y la raposa iba detrás echando piedras dentro de la cesta; y estando ya llena la cesta de piedras, dijo el lobo:
-¿Qué es esto? ¿Tan llena está la cesta que no puedo moverla?
Respondió la raposa:
-Amigo, doy gracias al cielo porque has salido buen pescador; espera un poco mientras voy a buscar quien nos ayude a sacar este pescado.
Entonces se fue la raposa al caserío y dijo a los ganaderos:
-Vengo a traeros una buena noticia, y es que el lobo que da fin de vuestros ganados, no contento de ello, aun pesca los peces de vuestro río.
Oyendo esto fueron todos con perros, lanzas y palos a buscar al lobo, y viéndolo de aquella manera, le herían todos ; pero uno de ellos, queriendo darle una cuchillada, erró el golpe, y le cortó la cola, entonces, viéndose el lobo libre, aunque sin cola, escapó medio muerto y se refugió en un sitio fragoso.
En este tiempo, un león se hallaba en aquellas montañas muy enfermo, y lo iban a visitar todos los animales. Fue también a visitarlo el lobo, todavía no repuesto de sus heridas, y deseoso de vengarse de la raposa, le dijo:
-Mi señor y mi rey, he andado hasta ahora buscando medicina para tu salud, y no la he hallado; pero he sabido que hay en esta provincia una raposa de particular virtud para curar toda suerte de enfermedades. Hazla llamar y quítale el pellejo de manera que quede viva, envuélvete el vientre y el estómago con él y sanarás al instante.
La raposa que se hallaba casualmente cerca y oyó todo esto, se metió en un barrizal, se llenó de lodo y después que salió el lobo, entró ella a visitar al león y le dijo:
-Te suplico que no me hagas daño.
-No tengas miedo -dijo el león- pero acércate más, que te quiero besar y decirte un secreto.
-Ya ves señor -dijo la raposa- que con la prisa con que he venido a visitarte no he tenido tiempo de limpiarme y estoy llena de lodo y basura, y me da vergüenza acercarme a ti, temiendo causarte enojo y hastío. Me limpiaré primero, y después vendré y me dirás lo que quieras, pero antes que me vaya, te quiero decir la causa de haber venido con tanta prisa. He andado por lejanas tierras buscando medicina para curar tu dolencia, y me ha dicho un físico griego de Atenas que en esta provincia hay un lobo bastante grande, al cual quitaron la cola para cierta, pues dicen que tiene particular virtud para curar toda suerte de enfermedades. Así puedes llamarlo, y cuando lo tengas en tu presencia, puedes quitarle el cuero, dejándole vivo, con la advertencia que le dejes la cabeza y los pies por desollar, porque me han prevenido que estas partes eran ponzoñosas, con su cuero envuelve tu vientre, y al momento te pondrás bueno.
Dichas estas palabras se fue. Poco después vino el lobo, y acercándose al león, este le cogió, le quitó el cuero y caliente, se lo aplicó al vientre, conforme la raposa le había dicho. El lobo así, desollado, se fue a la montaña, donde las avispas y las moscas comenzaron a picarle, de tal modo que huía sin saber a dónde parar. La raposa, que estaba en la cresta de un peñasco, le llamaba mientras se reía, diciéndole;
-¿Quien eres tú, que vas con sombrero en la cabeza, guantes en las manos en tiempo tan caluroso y huyes sin saber lo que te haces? Escucha esto que te digo: Cuando fueres a la corte, habla bien de todos, y si no quieres decir bien, no digas mal al menos.
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