LA DAMA DE LAS SIETE ARRAS #Leyenda #España #Castilla #compromiso #asesinato #espíritu
Imagen de Kateřina Hartlová en Pixabay
En los terrenos que en el siglo XVI se conocían con el nombre de baldíos del Barquillo, fue mandada edificar, en el año 1565 aproximadamente y de manera misteriosa, un suntuoso edificio destinado a una dama, de las más bellas de la época. Al parecer, esta joven de singular belleza, huérfana desde niña, había sido educada por el rey, en palacio. El propio monarca se ocupó de su matrimonio cuando cumplió los veinticuatro años, eligiéndole por esposo al capitán Zapata, descendiente de una de las más distinguidas familias de la ciudad.
Según la leyenda, antes de su matrimonio había mantenido la dama, amores secretos con un grande de la corte, cuyo nombre fue ignorado con el nombre de quien mandó construir la casa. Este edificio se hizo famoso, por poseer siete extrañas chimeneas que acabaron dando nombre a la casa.
En el convento de San Martín se celebró el enlace de la dama con el capitán Zapata. Como regalo de boda, el rey entregó a la novia siete arras; significado de los siete pecados capitales, para que no cayera nunca en ellos.
Felipe II, rey de España
Algo misterioso existía en la vida amorosa de esta dama, que decidiría trágicamente su destino. Aunque había una aparente felicidad en la casa de las siete chimeneas, pero aún no se había cumplido el primer aniversario de boda cuando el capitán Zapata tuvo que partir a la guerra de Flandes, y a los pocos días se recibía la noticia de su muerte,
Nada se volvió a saber, a partir de ese momento, de la hermosa viuda, hasta que apareció asesinada en su alcoba.
La casa de las siete chimeneas quedó deshabitada. Cuenta la leyenda que todos los días, al toque de ánimas, una figura femenina espléndida y arrogante, vestida de blanco, camina por el tejado de la casa, se la veía pasar delante de las siete chimeneas, con una antorcha encendida y arrodillarse mirando hacia el oeste, hacia el palacio real. Durante unos minutos permanecía en esta postura, dándose violentos golpes en el pecho; después se levantaba y caminaba hacia oriente para desaparecer.
Nunca se supieron cuales fueron sus pecados. Quien fue su amante y de quién fue la mano que la asesinó. Sólo un dato sobre esta historia puede añadirse. A finales del siglo pasado, cuando se removieron las tierras del sótano con objeto de restaurar la edificación para instalar allí las oficinas de un Banco, encontraron arrinconado entre unos cajones el esqueleto de una mujer y a su alrededor unas monedas del siglo XVI, sin saberse porque no había sido enterrado.
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